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Mameyal y Tribugá

Hay ejemplos de cómo los humanos podemos convivir con la naturaleza y recuperar terrenos que fueron arrasados por nuestros antepasados. El Mameyal en Cali es uno de ellos. Anteriormente las laderas y cerros...

15 de abril de 2019 Por: Miky Calero

Hay ejemplos de cómo los humanos podemos convivir con la naturaleza y recuperar terrenos que fueron arrasados por nuestros antepasados. El Mameyal en Cali es uno de ellos. Anteriormente las laderas y cerros tutelares de la sultana fueron deforestados porque se creía que era importante ‘limpiar’ para así no tener insectos y ‘fieras salvajes’ al acecho. Las montañas aledañas se convirtieron entonces en potreros para pastear semovientes. Las primeras fotografías que existen de nuestra ciudad demuestran que todo alrededor era un peladero.

El Mameyal, que era una hacienda de la familia Gamboa, se empezó a dividir entre sus herederos; algunos construyeron sus casas, otros vendieron lotes y así se empezó a poblar, con la suerte de que eran lotes afortunadamente grandes para permitir la recuperación del bosque.

Poco a poco empezaron a llegar distintas especies de mamíferos y aves al lugar y los nacimientos de agua entre el follaje creciente volvieron a llenarse, tanto que la mayoría de los habitantes suplen sus necesidades de estos nacimientos autorizados.

En estos momentos se tienen registros fotográficos y de videos de cientos de especies de aves locales y migratorias: guatines, iguanas, zorros, zarigüeyas, micos y cualquier cantidad de especies de insectos. Hasta se han llegado a ver felinos salvajes que vienen seguramente del Parque Natural los Farallones. O sea, se ha convertido en un corredor de fauna que encuentra allí un refugio.

Otro aspecto importante es que este espejo boscoso contribuye a mejorar el clima y el aire de la ciudad ya que es el único bosque frondoso que está a 15 minutos en carro de la Plaza de Cayzedo.

Se ha propuesto por parte del señor Jonás Cardona construir en la parte alta del Mameyal un proyecto que incluye restaurantes y recreación para cientos de personas. Yo, desde esta columna, primero reiterarle mi admiración por su legado y segundo que, por favor, lo reconsidere, ya que es evidente que un proyecto de estos tendría un impacto contundente sobre la fauna y las aguas allí existentes. Estoy seguro, conociendo su talante, que él pondrá por encima el interés del medio ambiente que los suyos personales. Hago un llamado a la CVC para que ayude a proteger la biodiversidad local que ellos muy bien conocen.

Tribugá. No entiendo por qué el gobierno y los paisas insisten en construir un puerto en el golfo de Tribugá en el Chocó. Es evidente que el costo ambiental sería miles de veces más grande que el que ya tuvo Hidroituango. ¿Por qué no favorecer y mejorar el puerto de Buenaventura que ya existe? No más, que por la ambición de algunos antioqueños sigamos poniendo por encima el dinero. El Chocó es un reducto de biodiversidad que tenemos que respetar para el bien de los que vienen. Que no pase como Hidroituango que la ‘ambición rompa el saco’. ¡Por favor!