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Nosotros los humanos nos sentimos los reyes de este mundo por lo cual, a las otras especies las miramos despectivamente; las maltratamos, no sólo físicamente sino también con el lenguaje.

17 de abril de 2017 Por: Miky Calero

Nosotros los humanos nos sentimos los reyes de este mundo por lo cual, a las otras especies las miramos despectivamente; las maltratamos, no sólo físicamente sino también con el lenguaje. Tengo amigos que dicen “a mí no me gustan los animales, quítame ese perro de encima, a metros”.

Usamos frases descalificativas como estas: “Mucho animal ese man”, “se fue con esas perras de farra y las muy zorras lo robaron”, “eso le pasa por sapo, se le advirtió”. “Ese tipo es un toro, les da a todas”, “el muy gallinazo”, “claro, como su mujer es una vaca, uno entiende”. “Esa es mucha gallina”, “y pensar que ese pollo es el que le hace la vuelta, vé”. “Uy, mi mujer es una Anabel: una mezcla de anaconda con cascabel, brava como ella sola… oiga y da lora”. “Pilas con esa gata te roba a tu marido”, “mucha lobaza”. “Burro como el solo, hay que meterle las cosas a las patadas”, y “mucha bestia”. Todo esto no sólo es ofensivo hacia las otras especies sino también contra las mujeres.

Me cuesta mucho trabajo entender cómo alguien no se enternece con ellos. Son leales, saben perdonar, son cariñosos e inocentes, no poseen la malicia tan dañina de nosotros los humanos; definitivamente son mejores que nuestra especie. No maltratan ni acaban con el Planeta, conocen el balance, tan escaso en nosotros. Al planeta Tierra le iría mucho mejor con ellos, los animales, que con nosotros los soberbios humanos. Cada día desaparecen más especies y ponemos en riegos otras.

Por el afán de que generan la minería y la deforestación estamos acabando no sólo con el hábitat de muchos animales, sino que también estamos creando desastres como el de Mocoa.

Llegó una gata a mi casa y decidió volverla su hogar, se le adoptó con mucho cariño y se le bautizó Micha. Algunos vecinos del condominio se molestaron y piden que me deshaga de ella porque puede robar comida de sus cocinas, cosa que no ha hecho, sólo por si acaso. ¿Entienden eso señores lectores? ¿No sería muy egoísta de mi parte, ya que ella fue la que escogió mi casa?

Bueno, la verdad es que toda mi vida me la he pasado recogiendo animales maltratados por el sistema y me siento extremadamente bien, por no decir muy feliz. Creo que seguiré haciéndolo hasta mis últimos días. Así mismo, tengo dos bellas perras que recogí de la calle, llamadas Mona y Niña, ya famosas por este medio. He escrito columnas en honor a mis chicas y muchos lectores me preguntan por ellas.

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P.D.
Ojalá Venezuela, nuestro pueblo hermano, encuentre un camino distinto al de la violencia y el hambre… por la libertad de prensa y las libres elecciones, vamos Venezuela querida.