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Una España

“Som una nacio”, rezaba el cartel que barría el Paseo de Gracia...

15 de julio de 2010 Por: Medardo Arias Satizábal

“Som una nacio”, rezaba el cartel que barría el Paseo de Gracia y la Vía Augusta de Barcelona el pasado sábado, lo que en buen catalán traduce “somos una nación”.Cataluña se ha levantado por estos días a pedir mayor independencia, camino seguro a la nacionalidad, por fuera de España, y en defensa de su ‘Estatut’. Más, el brío mayor de esta petición, quien lo creyera, está aupado por el sentir nacional español por la Copa Mundial de Fútbol.Son muchos los catalanes que ven a su región, y no a ‘España’, como campeona del mundo, por la delantera triunfadora perteneciente al Barcelona, y el previo gol de Puyol, con el que la divisa peninsular selló su pasó a la final.Desde afuera no se entiende bien hasta dónde España está balcanizada. Uno quisiera que fuera sólo una, pero esto es una realidad sólo en el papel constitucional, pues hacia el Norte los gallegos reclaman una autonomía similar; los vascos hace mucho tiempo quieren ser nación, y a su país lo llaman Euskal Herría, mientras los valencianos hablan su propia lengua.Todo lo anterior si contar la nación gitana que sobrevive a los tiempos después del paso de ‘Despeñaperros’ en la Sierra Morena, artífices de una cultura particular y una forma de hablar que es registrada como ‘Caló General’.En España sobrevive también la lengua Ladina, de los judíos viejos, además de bastiones árabes en Almería, Málaga y Marbella, sin contar los zocos marroquíes de Granada y la creciente migración africana.A sus problemas internos, a la maltratada economía, España suma la detención diaria de pateras, embarcaciones de subsaharianos desesperados que buscan las costas de Melilla, como si se tratara del paraíso, un infierno en verdad, donde se mezclan el racismo, la falta de oportunidades de trabajo y la imposibilidad de alcanzar una nacionalidad española.Cualquiera que visite Madrid puede darse cuenta de ello. En torno a la Puerta del Sol opera una mafia africana que vende toda clase de chucherías ‘de marca’, discos piratas, camisetas deportivas. La Policía los persigue, y ellos venden lo que pueden en minutos, para levantar después sus mantas, las mismas que han acondicionado como morral, para correr con él al hombro. Extienden su mercadería frente a las puertas del Corte Inglés. Con el producto de esas ventas ilegales, ganan una miseria, según se ha comprobado, pues todo el dinero va a parar a manos del capo. Un sistema parecido opera hoy en el barrio chino de Nueva York, donde se consiguen Rolex falsos de 40 dólares, maletas Louis Vuitton hechas en China y prendas ‘Gucci’ de tres por peso.Esta Copa Mundial de Fútbol debería servir para unificar a España en torno a propósitos comunes. Aunque hace mucho tiempo existen las Comunidades Autónomas, la hipotética división de España es uno de los dolores de cabeza mayores que enfrentan hoy Zapatero y la Corona.Asunto mayor, que convierte en baladí la discusión acerca de si fue o no prudente que la Reina Sofía ingresara en el camerino de futbolistas, y se expusiera al ‘toallazo’ de Puyol. Personalmente, pienso que hubo imprudencia, de parte y parte.Una soberana, siempre rodeada por normas de protocolo y seguridad, debe saber que unos jugadores que acaban de ‘dejar la piel’ en el campo, no están compuestos, encorbatados y oliendo a Agua Brava, diez minutos después de culminar un juego. Y Puyol, conocedor de una visita real, ha podido vestir rápidamente una sudadera. Por ahora, sube el Ibex, sube el jamón de bellota, se agota el chorizo y la lenteja de Armuña, y España canta bajo el sol de Joan Miró.

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