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Pingüino estéreo

Encontrar una emisora en Cali fiel a la tradición musical Caribe se había convertido en un imposible durante más de una década, no obstante los títulos que acreditan a la ciudad como capital de la salsa.

11 de noviembre de 2020 Por: Medardo Arias Satizábal

Encontrar una emisora en Cali fiel a la tradición musical Caribe se había convertido en un imposible durante más de una década, no obstante los títulos que acreditan a la ciudad como capital de la salsa.

Muchas emisoras, cadenas de radio, en el prurito de ganar sintonía y llegar al corazón de la raíz popular, cayeron en la vulgaridad y el desgaste permanente de un lenguaje que no respeta a los taxistas, a las amas de casa, en la creencia que se debe nivelar por lo bajo la transmisión de un ritmo que ciertamente no necesita ser presentado con una retórica vacua, pretendidamente callejera.

Otros, han sido permeados de manera fuerte por la publicidad. Es por todo lo anterior que encontrar un canal de radio donde se difunde la auténtica música del Caribe, desde el son y La Habanera, el danzón, el bolero, el porro, el boogaloo, la guaracha, la pachanga y la salsa propiamente dicha, llama a sorpresa cuando todo parecía perdido. No sé quienes son los capitanes o capitanas de Pingüino Estéreo, pero merecen reconocimiento. Además, la publicidad que transmiten es mínima y no atiborran con dicharacherías. Su salida al aire es respetuosa y con tal rigor en la selección musical, que su programador merece todo aplauso.

Tampoco debemos desconocer que Cali ha sido pionera en el campo de la investigación musical y algunas emisoras, muy pocas, se han mantenido en la tierra firme de la verdad, contra viento y marea y como una señal de resistencia. Hablo desde luego de los espacios que conducen desde las estaciones universitarias y otros canales independientes, Isidoro Corkidi, Gary Domínguez, Edgard Hernán Arce, -Monumental Estéreo- Alfredo Palacios Rivera, Ben Hur Lozada, Henry Manyoma, César Augusto Ortiz con su Cali Salsa, Ritmo y Sabor.

En Cali que fue tradicionalmente diversa en su música, la dictadura de la salsa también creó monstruos. Hubo un tiempo en que la radio tuvo espacios exclusivos para la balada -Radio Uno-, para el bolero y también el vallenato, algo comprensible en una ciudad marcada por múltiples migraciones.

No obstante el éxito anual del Festival Petronio, no existe en Cali una emisora donde se difundan los ritmos del Pacífico, a excepción de los temas de moda que puedan traer Bahía, Chocquibtown o Herencia de Timbiquí. El litoral cercano tiene mucho para recrear musicalmente, desde el bambuco viejo, el abosao, los arrullos y alabaos que son el equivalente de los ‘blues’ de Norteamérica, el levantapolvo y la contradanza chocoana.

Cali ha sido visitada en distintas épocas por cantantes que solo eran conocidos en la radio. Pepito López, uno de ellos, el intérprete de ‘Prisma de ilusión’ y el gran Miltinho, cuya presentación en el Evangelista Mora fue histórica. Entrevisté al bolerista para El País y noté su poco conocimiento del castellano. Había sido famoso en Brasil y un productor le pidió cantar boleros en español, lo que lo convirtió en una figura en toda Hispanoamérica. Solo que el empresario que lo trajo a Cali, devoto de su música, no tuvo en cuenta ese detalle. Total, Miltinho salió al estrado del Evangelista acompañado por un grupo de músicos caleños, y lloró como Ibrahim Ferrer cuando debutó en el Carnegie Hall de Nueva York. Se quedó estático, congelado, sin poder cantar; miraba a las graderías atestadas, en un gesto de sorpresa y estupefacción creciente.
Hacía muchos años había olvidado sus canciones, y los caleños se las recordaban en coro. Así, ‘cantó’ Dedo de Guante, Rocío de la Madrugada, Amor de Pobre.

La radio también fue definitiva aquí en el afecto por la Sonora Matancera, orquesta cubana que tuvo su propio nicho conducido por Pepe Valderrutén.

La radio independiente se abre camino y retorna a las raíces. En la cuarentena las ondas hertzianas han vuelto a reinar, como el cine en casa y la buena literatura, para paliar estos tiempos difíciles que ojalá terminen con las campanas del 31 de diciembre, como anuncio de un tiempo nuevo, una nueva vida.

Sigue en Twitter @cabomarzo

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