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¿Otro Mundial comprado?

Ojalá no estemos delante de otro escándalo de soborno para llegar a una final.

14 de diciembre de 2022 Por: Vicky Perea García

El 21 de junio de 1978, en el Estadio Gigante de Arroyito, Rosario, el general Jorge Rafael Videla ingresó al camerino de Perú, según testificó el jugador Oblitas, y después de esa visita se jugó uno de los partidos más extraños en la historia de los Mundiales, pues el equipo inca perdió por 6 goles y para siempre quedó la leyenda, el manto oscuro según el cual el partido fue arreglado por la dictadura para darle una primera copa a Argentina.

Videla gobernó Argentina entre 1976 y 1981 en lo que llamó “Proceso de Reorganización Nacional”. Entonces, este Mundial costó US$500 millones; el de España, cuatro años después, solo invirtió US$100 millones, por lo que hasta hoy Videla y sus inmediatos colaboradores son acusados de corrupción. El capitán de Navío Carlos Alberto Lacoste, organizador del Mundial, incrementó su patrimonio en un 400% sin ninguna justificación.

Era un equipo gaucho con estrellas como Kempes, Bertoni, Ubaldo Matildo Fillol, Tarantini, Pasarella, y quizá no hubiera requerido una intervención del militar argentino.

Hoy el manto de duda vuelve a caer sobre la selección albiceleste. Ayer, el comentarista deportivo argentino Fernando Niembro, dijo a RCN que “en este Mundial se están viendo cosas muy raras, pero esto es algo personal. Se comenta que el rey de Catar arregló las cosas para ver en la final a Mbapé vs. Messi…”. Esta declaración es muy grave, pues pone en tela de juicio asuntos extra deportivos que podrían estar moviéndose en la nación árabe.

Sin embargo, pienso, si algún arreglo se ha dado debajo de la mesa será para que Marruecos, que ha jugado de local ahí, dispute la Copa Mundial. Tener a un equipo africano como campeón del mundo, cambiaría el ajedrez del balompié mundial, entregado desde siempre a las luminarias europeas o suramericanas en las divisas de Brasil y Argentina.

La verdad es que Croacia, un equipo incisivo, fuerte, no jugó a nada, mientras el portero argentino avanzaba en sus tradicionales payasadas; siempre se vio sobreactuado, en unos movimientos innecesarios que de todos modos querían vender la idea de un guardameta héroe. La pena máxima que provocó Álvarez, nunca fue. Un auténtico regalo para Argentina.

Mientras parte del mundo aplaude hoy a Messi, y lo consideran ya el jugador del Mundial, pienso por el contrario que la Fifa y árbitros italianos lo han favorecido en exceso para verlo campeón, uno de los sueños de su vida. La verdad es que Messi no es el que fue; se ve pesado, sin alma, engrandecido por la gabela de una pena máxima, algo que un niño con destreza puede convertir en gol. Él mismo, cuando alza los brazos o cuando trata de bobo a un contrario -Messi ha padecido siempre el síndrome de Asperger, una especie de autismo- no se ve muy convencido, como si estuviera repitiendo la cartilla soez e irrespetuosa del portero Martínez.

Ojalá no estemos delante de otro escándalo de soborno para llegar a una final. Suficientes suspicacias generó esta Copa con los ríos de dinero que corrieron para su escogencia. Este Mundial, así gane Argentina, pasará sin pena ni gloria. Con un nivel bajo, en una nación que quiere impresionar con estadios futuristas que tienen el brillo fatuo de la riqueza súbita.

Lo que ocurrió el 21 de junio de 1978 en Rosario, es algo que aún no se ha develado del todo. Si pronto o más tarde se destapa un escándalo de esta magnitud en Qatar, estaríamos delante de una estafa universal para favorecer equipos, propósito en el que el verdadero perdedor es el hincha, el que sigue cada jugada con la camiseta de su país. Y desde luego, víctimas los niños, que despiertan al mundo con la creencia que todo lo que se ve en el álbum Panini y en la Tv, está tocado por el juego limpio.

Sigue en Twitter @cabomarzo

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