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Nosotros, los XXL

Una de las cosas maravillosas del primer mundo es que posee tiendas...

16 de agosto de 2012 Por: Medardo Arias Satizábal

Una de las cosas maravillosas del primer mundo es que posee tiendas para gente de talla doble “Extra Large”, XXL, una ropa que nos viene cómoda, holgada, a los que medimos más de 1,95 metros.¡Ah, y los zapatos!, también se encuentran ahí lugares donde es preciso calzar 46, donde sentimos que alguien se acuerda de nosotros y diseña estos yates descansados con los que nos desplazamos por el mundo.Lo que en Colombia parece una desventaja -hay que caminar mucho para encontrar zapatos o pantalones que se ajusten a nuestra talla-, en el primer mundo es una ventaja. En algunas tiendas se puede adquirir, ropa de marca incluso, por unos pocos pesos, pues estos trajes enormes y estos zapatos en los que es posible dormir de pie, bajan ostensiblemente de precio, por la ausencia de demanda. La oferta es poca y la demanda escasa. Se cree que en Norteamérica y Europa las tallas grandes son el común denominador, pero esta es una equivocación. Ahí también somos minoría, y es por ello que apenas pisé Norteamérica, allá por el 97, compré unos Converse de lona, número 46, en tres dólares, por dos razones: no estaban de moda, y eran demasiado grandes…Michael Jordan y Chaquille O´Neal no andaban por ahí.Nosotros los doble XL, sufrimos también con las camas de hotel, donde a veces toca dormir con los pies por fuera. Es por ello que hace unos veinticinco años cuando gané la lotería, una de las primeras cosas que hice fue contratar a Ulises, el carpintero del diario Occidente, para que me construyera una cama del tamaño de un estadio. Creo que la verdadera infelicidad es no poder descansar cómodamente; la verdadera riqueza, poder dormir a pierna suelta.El resto del premio lo gasté, hasta la última peseta, en un viaje por el sur de España, pero la cama sobrevive, con su aspecto de jardín del edén, con su fortaleza de cedro Caquetá.En los aviones siempre pedimos el puesto del pasillo, lo que permite estirar las piernas en los viajes trasatlánticos, y debemos tener máximo cuidado con las puertas bajas, sobre todo si se visita la biblioteca del poeta Gabriele D´Annunzio, frente al Lago Di Garda, en la Italia lombarda. El poeta, muy querido amigo del Duce en sus inicios, lo aborreció después, por lo que hizo construir dos entradas en su casa del Vittoriale; una para sus amigos, y otra para los necios. Por esta última debía entrar Mussolini cuando lo visitaba, y también por la que daba acceso a la Biblioteca, intencionalmente baja, para obligar a quienes llegaban ahí a “inclinarse” delante del saber.Cuando Mussolini se enteró del desafecto de D´Annunzio, proclamó su famosa frase: “Cuando tienes una muela mala, estás delante de dos caminos; extirparla, o llenarla de oro…” Tomó partido por la segunda opción y enriqueció al poeta, hasta el delirio. Su casa del Vittoriale es una demostración de lo que puede la imaginación unida al ego de un plebeyo. D´Annunzio se creía la reencarnación del Dante. Todavía está ahí el barco anclado en la montaña, el biplano desde el que arrojaba panfletos, el mausoleo digno de un rey.Entre los poetas y novelistas de talla doble XL, figuran Honoré de Balzac, Oscar Wilde, Julio Cortázar, Evgueni Stuchenko, Ernest Hemingway, Octavio Paz, Pablo Neruda. “Es hora de reflexionar profundamente acerca de los prejuicios que a diario se manifiestan contra las personas de talla grande”, reza la presentación de la carta que enviara a la revista “Marie Claire”, la editora Jennifer Barreto-Leyva, fundadora de la revista “Belleza XL”, dedicada a personas de talla grande. Tenemos, pues, quien nos defienda. Sobre todo ahora que se prepara en Cali otra revista: “Caballo grande, ande o no ande…”.

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