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Me alquilo para abrazar

Para alguien como yo, sin ningún interés en el trasero de Kim...

29 de enero de 2015 Por: Medardo Arias Satizábal

Para alguien como yo, sin ningún interés en el trasero de Kim Kardashian, resulta aleve, molesto, invasivo, encender diariamente el ordenador para encontrarme con el orto de esta bella dama, o con el escote que lució, por enésima vez Jennifer López en una fiesta anónima de Beverlly Hills.Se equivocan las redes principales de Internet cuando creen que todos los habitantes del planeta palpitamos al ritmo del cuerpo de la Kardashian, o estamos obsesionados con sus turgencias de langosta. Me importa cero la vida de Jennifer López, y es por lo que he llegado a creer que estas divas pagan gruesas sumas a canales universales de comunicación para mantener sus perfiles en alto ‘rating’. Creo que haríamos algo mejor por el planeta al despolucionar esas primeras noticias del ‘front page’, ocupándolas, por ejemplo, con la velocidad de los élitros del colibrí –no sabemos cuántos aleteos da por cada unidad Amstrong de tiempo- o del afecto y efecto que está creando el alquiler de abrazos en los Estados Unidos.El romance del cuento ‘me alquilo para soñar’, de García Márquez, se hace realidad ahora con “me alquilo para abrazar”. Tanta soledad existe ahí, que mucha gente paga hoy para que la arrunchen una noche, le froten la cabeza y le curen la carencia de amor con unos cuantos arrumacos.Este nuevo mercado del afecto me hace pensar en la novela ‘La casa de las bellas durmientes’, del japonés, Premio Nobel, Yasunari Kawabata, donde se describe la manera como las geishas bañan, ungen, miman, arrullan y hace dormir ancianos cuyo único placer reside en dejarse mecer en el regazo perfumado de una pájara de Kioto.Gabo admitió que su novela ‘Memoria de mis putas tristes’, fue un “remake” de la historia de Kawabata, ambientada en el Caribe. Pero, algo va de esas estancias olorosas a jazmín, a los cuartos tristes de las hetairas de Paramaribo.Stephanie Armour, del Wall Street Journal, dice que “el sitio web Cuddle Comfort ofrece un servicio que enlaza a personas donde los miembros pueden subir fotos, perfiles y encontrar a otros que estén interesados en acostarse abrazados sin sexo. El sitio gratuito tiene ahora alrededor de 18.000 miembros, según su fundador, Mark Sanger. Entre las discusiones recientes en el portal están los mejores géneros de películas para abrazarse…”.Nadie niega el efecto terapéutico de un abrazo, pero cobrar por él, es prostituirlo. Se sabe de algunas damas que cobran ya 80 dólares por abrazar durante 1 hora, y 400, toda la noche. En Wisconsin, un lugar llamado ‘The Snuggle house’ (La Casa de los Arrunches o Arrumacos), debió cerrar porque los vecinos de se quejaron de lo que “podía venir después de las caricias”, no obstante la estricta norma calvinista que opera en cualquier lugar público donde el cuerpo sea objeto de placer. En las casas gringas de ‘streap tease’ es prohibido tocar; la mayor aproximación que puede tener el espectador con una contorsionista del tubo, es el instante del dólar enrollado en el bikini. Ellas pueden bailar privadamente para alguien, pero la norma prohíbe sugerencias sexuales; para ello existen cámaras, multas y expulsión.El alquiler de abrazos contempla que los clientes deben estar vestidos en el lecho. No se aceptan caricias debajo de la cintura ni emociones súbitas por parte de quienes pagan para sentirse amados, aunque sea por una hora.En la red estadounidense se encuentran hoy avisos como “alguien en tu área quiere abrazarte…”; en un negocio en alza, imagino que hacia el futuro cobrarán un extra por besos castos, un importe adicional por las cosquillas y tarifa plena si hay fricción con aceite de sándalo.

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