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Llanto de luna

El impacto de la sonda Lcross en una de las superficies chatas de la luna, nos revela por fin que sí, había un lugar más allá de las estrellas a donde iban a parar los ayes, todo el vapor de sangre, sudor y lágrimas que producen la violencia y el desamor.

15 de septiembre de 2021 Por: Medardo Arias Satizábal

Es probable que el agua que encontraron en la luna, sean lágrimas evaporadas de todos los que sufren en esta tierra, el llanto de amor hecho lluvia a la inversa, de abajo hacia arriba, de tanta mujer abandonada, el hielo sólido de miles de años, a donde han ido a parar los desdenes de amor, los suspiros por las cartas nunca respondidas, los deseos no atendidos, los besos que se evaporaron antes que fueran besos.

Gustavo Adolfo Bécquer alguna vez lucubró: “Los suspiros son aire y van al aire/ las lágrimas son agua y van al mar/ Dime mujer: cuando el amor se olvida, ¿sabes tú a dónde va?”.

Las preguntas de los poetas siempre han encontrado respuesta en la historia. Ahora sabemos, por la noticia de la Nasa, que hay un mar congelado en el cráter Cabeus, polo sur de la luna, un manantial de hielo sólido donde deben estar las lágrimas de Adán después de ser expulsado del paraíso, los llantos hechos aristas azules de Isaac incrédulo ante su sacrificio, el dolor condensado del pobre Job, los ojos encharcados de Magdalena al pie de Jesucristo crucificado, las cataratas de dolor de los egipcios viendo el cadáver de Ramsés II avanzar aguas abajo del Nilo, en busca de la penumbra de los muertos, y también las lágrimas de los sabios del mundo antiguo que vieron consumir por fuego la biblioteca de Alejandría.

El impacto de la sonda Lcross en una de las superficies chatas de la luna, nos revela por fin que sí, había un lugar más allá de las estrellas a donde iban a parar los ayes, todo el vapor de sangre, sudor y lágrimas que producen la violencia y el desamor.

Hasta hoy, el agua, que es vida en la tierra, no había sido hallada en ningún lugar distinto a este. Para los que exploran otras galaxias en busca de negocios, no creo que sea buena idea, al menos por ahora, embotellar el agua de la luna para venderla en los veranos de Nueva York, en competencia con Evian y con las que, aseguran, embotellan directamente de los ‘manantiales de las montañas rocosas...’.

Quizá esta agua lunar sirva para calmar dolores de artritis y sea una buena noticia para los reumáticos. Un clavo saca otro clavo. Agua que es fruto del dolor, para aliviar dolores debe servir, o acaso sea esta una buena oportunidad para abrir en Roma, junto a la fuente de Trevi, una nueva glorieta con agua lunar, en homenaje al amor no correspondido.
Un lugar donde, entre tritones, elfos y nereidas de piedra, puedan mojar la frente todos los que sufren por razones de amor.

Una vez, la reina de Saba, quien tuvo hijos con David , Rey de Israel, lloró por no volver a verlo. Ella había establecido una especie de retén o peaje en ese lugar de África que conocemos como Etiopía, y a David dejó pasar sus carretas llenas de oro, plata, piedras y maderas preciosas. Pero su amado tuvo muchas mujeres, y en su altar de la Alianza dejó quemar incienso en altas paredes hechas con cedros, olmos y cipreses del Líbano. Sus descendientes vienen todavía a Jerusalén, blasonados con la estirpe de Haile Selassie, el monarca de los leones. De aquel romance inolvidable, de los desdenes sufridos por Elena y por Cleopatra, del llanto de Romeo en Verona, de las noches en vela de María, está hecho también este hielo, estas ‘aguas en penumbra’ que han encontrado los muchachos de la Nasa.

Como algo hay que celebrar, brindemos por el hallazgo, por saber al fin a dónde va a parar la evaporación universal del amor que duele, con nuestras copas rebosantes de agua terrenal. “Ebria canción de amargura que murmura el mar...”.
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