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Fauna colombiana

Para entender esta columna es menester tener claridad acerca de sus protagonistas, fraguados en el tiempo por la realidad colombiana.

23 de enero de 2019 Por: Medardo Arias Satizábal

Para entender esta columna es menester tener claridad acerca de sus protagonistas, fraguados en el tiempo por la realidad colombiana.
El primero de ellos es el ‘noneco’; denominación sólo conocida por nosotros, costeños del Pacífico. ‘Noneco’ es aquel que nace iluminado por una especie de candidez inofensiva que mantiene hasta la adultez con un candor que lo exime de toda culpa. Va por el mundo como instrumento de obras de ‘buena fe’, muchas de las cuales riñen con sus congéneres. El convencimiento de estar siempre en la línea correcta, le confiere un halo de inocencia no exento de pureza. El marxismo lo clasificó como “idiota útil”.

De otro lado, aunque no muy lejos de él, está el ‘Tonto Hermoso’, ejemplar valido de alguna salud corporal, que no mental, hace carrera desde la escuela primaria como capitán de burlas. Sobrealimentado, convierte a sus condiscípulos en víctimas. Raya sus cuadernos, cuando no los roba, quiebra sus lápices, husmea en sus loncheras, pone traspiés a los que se adelantan a tomar el bus y trata de aparecer siempre como un héroe delante del profesorado. Es el que lleva la manzana a la profesora, pero pellizca las nalgas de sus compañeras y deja en sus pupitres mensajes obscenos.

El ‘Tonto Hermoso’ finge sabiduría, se cree divertido y conoce todos los chistes malos y estereotípicos de la picaresca nacional. No tiene empacho en burlarse de los cojos, los ciegos, los viejos. Aunque es mestizo y no puede domar con peineta las flechas que se yerguen de su cabeza, no puede esconder sus pómulos ni la bemba colorá, es racista. Un racista básico e inocente, no domesticado aún por las corrientes civilizadoras del mundo.

Ambos, el ‘Noneco’ y el ‘Tonto Hermoso’, son presa fácil de la cartilla mamerta que hoy recorre Colombia. El primero no tiene empacho en colarse en una manifestación antiterrorista con una camiseta que endilga el origen de ese terrorismo a “Uribe y Duque…”
No justifico de ninguna manera el lenguaje del hombre con la casaca de la Selección Colombia al ‘noneco’ de la camiseta. Sólo que estaba en el lugar equivocado con el mensaje equivocado. Balbuceaba, de acuerdo al guion petrista, que dónde estaba la protesta “por los líderes sociales asesinados”.

Su declaración confería también, de manera tácita, responsabilidad del Presidente y del senador Uribe en esos crímenes. Como él, existen hoy miles de ‘nonecos’ y de ‘tontos hermosos’ que plagan las redes sociales con mensajes en esa dirección. Aunque ya el Eln admitió la responsabilidad del atroz crimen contra 20 jóvenes de la entraña de la tierra colombiana, continúan en la difusión de mensajes que hablan de un supuesto auto-atentado del Gobierno, para “recrudecer la guerra en Colombia…”

En sus mentes, el Presidente y el senador Uribe son dos personajes que se reúnen en las noches, lista en mano, a ver a quién matan al día siguiente. Tal es el discurso mamerto que ha calado en sus mentes.
La teoría auto conspirativa tiene origen islámico; viene de los días de la destrucción de las torres de Nueva York, cuando lanzaron al mundo el engendro de culpar a Estados Unidos de esa barbarie.

La izquierda colombiana se ha quedado sin discurso y sin escenario. Dos golpes letales la descalifican hoy; el video de Petro con su talega de billetes entre personajes sórdidos, y este asesinato en la Escuela de Cadetes General Santander, de cara al mundo.

Colombia no está obligada a respetar ningún protocolo hecho en gobiernos anteriores. Lo dice una sentencia de la Corte Constitucional en 2016.

Cuba debe entregar a los asesinos en el plazo que Colombia disponga. De no ser así debe proceder al cierre de la embajada cubana en Bogotá y a la ruptura inmediata de relaciones, así los ‘nonecos’ y los ‘tontos hermosos’ incendien las redes sociales con sus delirantes teorías conspirativas.

Sigue en Twitter @cabomarzo

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