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El laberinto cubano

Los temores de Fidel Castro de quedarse solo en Numancia, perdón, en Cuba, no eran infundados, ahora que los cubanos van a las urnas, con una pistola en la cabeza, y declaran socialismo ‘a perpetuidad’ en la isla.

22 de mayo de 2019 Por: Medardo Arias Satizábal

Los temores de Fidel Castro de quedarse solo en Numancia, perdón, en Cuba, no eran infundados, ahora que los cubanos van a las urnas, con una pistola en la cabeza, y declaran socialismo ‘a perpetuidad’ en la isla.

La política de Estados Unidos hacia la isla caribeña tiene hoy un gran contraste con la actitud de Obama. Es dura, y en ella ven los cubanos tiempos peores, pues Estados Unidos a través de mecanismos legales reclama muchas propiedades que fueron confiscadas por la revolución. Ya la compañía de cruceros Carnival tiene problemas por el uso de un muelle otro día privado, del que sus herederos reclaman con millonaria demanda.

Y así otros hoteles de Cuba, como el Habana Hilton, hoy Habana Libre, donde despachó el ‘Che’ como ministro de Hacienda. De ahí los rumores incesantes acerca de un nuevo éxodo, pues miles de cubanos no se resignan a vivir en el supuesto paraíso, sino que desean el bienestar ahora.

La vida política de Cuba ha experimentado diversos cambios en los últimos veinte años, para acomodarse al bloqueo impuesto por los Estados Unidos; de esas etapas sucesivas, vale recordar su tránsito de primer exportador de azúcar, al de productor de cítricos, o mediano explotador de yacimientos de níquel, a la utopía de convertirse nuevamente en paraíso turístico, sin participación directa de las divisas más fuertes, provenientes del turismo estadounidense. La apertura turística, después del primer lustro de los 80, se cumplió a medias, más sirvió para restablecer al dólar como valor de cambio en la isla, y atizar el ingenio de centenares de cubanos que se lanzaron a crear pequeños negocios semiprivados en torno a una restaurada actividad hotelera, mayormente en manos europeas.

Para los cubanos de las más recientes generaciones, este tiempo quedará marcado en sus vidas, de manera indeleble, particularmente el denominado ‘período especial’, a través del cual los cubanos aprendieron a resistir con muy pocos recursos y prescindieron masivamente del transporte de ‘guaguas’ o ‘camellos’, como se le llama ahí a los buses y a los tractores de ingenio acondicionados para la movilización masiva, por bicicletas importadas de China. Amén de la cada vez más exhausta libreta de alimentos. No obstante el significativo ‘ahorro’ en combustible, y en la general austeridad, después de la cancelación de los subsidios de la vieja URSS, la situación socio-económica cubana no mejoró sustancialmente.

Los años 80 también definieron para Cuba la consolidación en Florida del éxodo denominado ‘Puente de Mariel’, a través del cual Castro permitió la salida de centenares de cubanos, con la expresión lapidaria de ‘abrir la puerta a la escoria’. La verdad es que muy pocos de aquellos que tomaron el barco para viajar a Miami engrosaron las cárceles de Estados Unidos. En su mayoría, reemprendieron la vida ahí, alcanzaron trabajos dignos y tienen hoy familias establecidas, en una situación muy diferente a la que se les planteaba.

‘El caballo’, como llamaban a Fidel en Cuba, envejeció y con la edad recrudecido en su carácter la terquedad visceral propia de su origen. Mientras China abrió puertas y ventanas a una economía mixta, con grandes concesiones al capital privado, la productividad y el empleo -invierte hoy billones en la llamada Ruta de la Seda-, compite con una tecnología envidiable en todos los campos, incluido el militar, y tiene relaciones de buena vecindad con los rusos, también en boyante economía. Mientras tanto, Cuba continúa anclada en el pasado, con un destino incierto, ellos que fueron la primera economía de América Latina antes de la revolución.

Si el mundo civilizado no mira a Cuba hoy con urgencia, este pueblo estará abocado, otra vez, a una de sus peores etapas, con el cierre tácito de sus libertades civiles y democráticas, fuera del mundo.

Sigue en Twitter @cabomarzo

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