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De eso tan bueno…

En política los lemas son definitivos; un aspirante a la Alcaldía...

27 de septiembre de 2012 Por: Medardo Arias Satizábal

En política los lemas son definitivos; un aspirante a la Alcaldía de Buenaventura, conocedor de la escasez de agua –no obstante estar delante del Océano Pacífico y poder tener una gran planta desalinizadora, además de los múltiples ríos que circundan el puerto- se inventó un lema que parecía sacado de El otoño del Patriarca: “Agua pa’ todo el mundo…” Una vez posesionado, el agua no llegó ni a su propia casa.En Buenaventura, la puerta de oro del TLC, venden el agua en dólares a los barcos, mientras sus habitantes padecen sed, según el biólogo Francisco Pineda Polo en un libro que editará la Universidad del Valle; el último dinero que se giró para cumplir el sueño de darle agua al puerto, lo hizo el gobierno de Uribe. La platica se embolató por culpa de la clase política de Buenaventura, cebada en la rapiña. El lema del presidente Santos, por ejemplo, “prosperidad para todos”, adoptado por quienes ‘cranearon’ su campaña, fue acuñado hace siglos por Nabucodonosor, un rey que sometió a los hebreos y tuvo en su corte a algunos de ellos. Decir Nabucodonosor era nombrar ‘Babilonia’ donde emergió un poderoso reino contrario a la fe de Abraham. Entre el Tigris y el Éufrates, así lo dice el Viejo Testamento, Dios puso muchas veces a prueba la fe de su pueblo, desatando la ira del viejo Nabo y concediéndole, intencionalmente, victorias. Yavé lo tenía, pues, como ‘trompo quiñador’.En esto de los lemas cuando son muy generosos, acicatean la duda; como en el caso del pueblo donde existe un motel llamado ‘Polvo de los caminos’ que ofrece “agua permanente y baño privado…”, una oferta como esa, indica que el agua es la del río y, quizá, si el viajero tiene suerte, le dejarán una jofaina con agua tibia y una toalla de rastrillo para que se haga un baño de gato.No se explica uno cómo Nabucodonosor, personificación del ‘mal’ en la antigüedad, tenía como bandera aquello de “prosperidad para todos…”.No sé quiénes son los asesores de campaña de Romney, el candidato republicano en los Estados Unidos, pero aquello de “We believe in America” (Nosotros creemos en América), es la misma frase, en singular, que pronuncia un mafioso desde la penumbra, al inicio de la película ‘El Padrino’, la obra maestra de Francis Ford Coppola.“I believe in America”, le dice Bonasera a Don Corleone, y luego empieza a sollozar. Un chulito de cannoli acaba de agredir a su hija, y el tipo quiere venganza. Desea que Don Corleone ordene aporrear al infortunado galán. El hombre le habla al oído al capo y promete devolverle el favor.Quienes como yo han visto esta película en múltiples oportunidades –tengo la serie completa, también con las imágenes que fueron editadas- una frase como “We believe in America”, resulta demasiado asociada, -quizá por desconocimiento de asesores de campaña-, con el filme de Coppola.La política, lo sabemos, es el arte de servir, pero este ejercicio ha sido desviado hoy de su rumbo. Así lo confirman los cada vez más numerosos actos dolosos de políticos, sus carcelazos, lo que obliga a replantear el discurso, el rosario de promesas jamás cumplidas.De ello viene el hartazgo de los electores. Campañas que planteen propósitos honrados, frases equilibradas, van a dar un nuevo cariz a la política. Resulta penoso aquello de “casa, salud, educación, alimentación balanceada para los niños en edad escolar, cuidado de los ancianos”. Nadie lo cree y es lo que nos imprime este barniz tan tercermundista.

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