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Teófilo y Margarita

Con la Dunham hizo gira por Argentina, Chile, Brasil. Teófilo fue autor de danzas como La Caderona e inspiró también La Bámbara Negra.

9 de junio de 2021 Por: Medardo Arias Satizábal

Dos de los personajes más brillantes que conocí en el Pacífico, andaban descalzos: Teófilo Potes y Margarita Hurtado; ella no sabía leer ni escribir pero hablaba en verso y marcaba con precisión el ritmo de la décima. Puedo decir que ambos están hoy en el panteón de los grandes símbolos de la cultura y el folclor del litoral.

Teófilo era la personificación del Tío Gachupecito; alto, flaco, vestía siempre de blanco. Amarraba su camisa en la cintura y gustaba de andar por el puerto con los pantalones remangados, como un pescador, a pie limpio. A los estudiantes del Pascual de Andagoya que deseábamos conocer las raíces del folclor Pacífico, nos recibía en su casa del barrio Venecia, contiguo al mercado de Pueblo Nuevo, donde era preciso hacer equilibrio sobre tablas que simulaban puentes imaginarios. Cuando subía la marea podíamos estar sentados en el piso de palma, mientras se escuchaba abajo el tumbo de las olas.

Sabíamos que Teófilo era un patriarca que había puesto los ojos en muchas latitudes. Artista errante, maestro del folclor, había vivido en Nueva York y en Salvador de Bahía, hablaba inglés, portugués y algo de alemán. Desde Toronto, sus amigos artistas le enviaban queso en latas, las mismas que abría prolijamente y repartía entre nosotros, sus discípulos, con la punta de un cuchillo.

A esta casa venían investigadores de todo el mundo, interesados en la sonoridad de la marimba, en el génesis del currulao. Uno de ellos fue el etnomusicólogo Max Brandt, quien visitó a Potes a inicios de los 70; este investigador tuvo un encuentro mágico con el profesor Michael Birembaum, muchos años después, en Maine, cerca de Canadá, lo que permite conocer hoy la biografía más aproximada de quien hizo parte de la compañía de la célebre folcloróloga Catherine Dunham. Teófilo trabaja en Nueva York con ella, justo cuando estrenan “Southland”, la obra en que la Dunham denuncia los linchamientos en el sur. Birembaum piensa que este suceso inspiró a Potes para presentar su obra más importante: “La Mina”.

Con la Dunham hizo gira por Argentina, Chile, Brasil. Teófilo fue autor de danzas como La Caderona e inspiró también La Bámbara Negra.

Margarita vestía siempre una falda de colores y una blusa blanca de mangas bordadas. Lleva al cuello el abalorio de las campesinas ribereñas del Pacífico: un collar de cuentas de colores; no había presidente, embajador, personaje, que no recibiera inicialmente en Buenaventura su saludo rítmico, poético, como si ella hubiera heredado naturalmente el don de la palabra armónica. A todos los mandatarios les “cantaba la tabla” a su manera, recordándoles -de esto hace más de 50 años- que el puerto carecía de agua, rodeado por ríos como San Cipriano, Sabaletas, Córdoba, San Marco, Potedó, Anchicayá, Escalerete. Todos de aguas prístinas; se cree que Escalerete y San Cipriano poseen dos de las aguas más limpias del mundo.

Birembaum habla de su encuentro mágico con Brandt: “Cuando me contrata Bowdoin College, voy a trabajar ahí por cinco años, en Maine, muy arriba, cerca de Canadá, en una parte muy rural. Me aprobaron la compra de los instrumentos del Pacífico, los cuales adquirí en Buenaventura, con la asesoría de Baudilio Cuama. Hice un grupo de estudiantes de todas las razas que tocaban currulao y cantaban alabaos.
Con ellos también, percusión afrocubana, con tambores batás. Un día nos llamaron a un evento de los Cuerpos de Paz. Estaban celebrando sus 50 años ahí en la universidad. Nuestro grupo tocó, y luego se me acercó un personaje de unos 75 años que parecía salido de la montaña; con una gran barba de Santa Claus. Me dijo que conocía esta música, que eso era currulao, que la había escuchado en vivo en Buenaventura en casa de un señor Potes. Esas son las cosas que a veces son inexplicables. Brandt se enroló en los Cuerpos de Paz y estuvo inicialmente en Nigeria; vino luego a la Universidad de Washington. Trabajó inicialmente con la música afrovenezolana y desde ahí se interesó en el Pacífico colombiano por lo que emprendió viaje a Buenaventura. En 1973 realizó dos días de grabación en casa de Potes, una extensa entrevista y fotos”.
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