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Adiós al burrito sabanero

Las diez figuras que han acompañado siempre al pesebre, el Niño Dios,...

29 de noviembre de 2012 Por: Medardo Arias Satizábal

Las diez figuras que han acompañado siempre al pesebre, el Niño Dios, la virgen María, San José, los tres reyes magos, el ángel, el pastor rezagado, la mula y el buey, se ven reducidas hoy a ocho, cuando el Papa Benedicto XVI acaba de anunciar en su libro que “no hubo mula ni buey…”.El anuncio descorazona, ante la posibilidad de ver desaparecer estas dos figuras que por más de 2.000 años han estado ahí velando el nacimiento, sin otra contraprestación que la niebla fría que bajaba aquella noche sobre Belén. Pero, a la desaparición de esta compañía, sobreviene también una reforma profunda a los villancicos. Ahora ya no podremos cantar aquello de “con mi burrito sabanero voy camino de Belén”, la versión criolla de la mula milenaria.Quizá fue metáfora situar a una mula en el lugar de la mayor sabiduría, y conferir al buey una tutoría –y una cercanía– que nadie le había disputado hasta hoy. Tocará cambiar una estrofa completa de uno de mis villancicos favoritos, “Salve reina y madre”, que dice: “La malvada mula/ con sus finos dientes/ le comió la paja/ al niño inocente…”.No me resisto a abandonar la imagen de la burra que va hacia Belén, cargada de chocolate, la que lleva en su chocolatera, “su molinillo y su anafre…”.Hay que tener en cuenta también las pérdidas millonarias de los fabricantes de pesebres que no saben qué hacer con tanta mula y tanto buey. Quizá una buena manera de deshacerse de estos símbolos negados por la iglesia, es donarlos al Congreso de Colombia, o a los querellantes que entregaron 100 mil kilómetros de mar en La Haya.Debo decir, ya en confianza, que estas figuras presentes en el pesebre siempre me han caído bien. Aunque más el buey, que es tranquilo y observador, y menos la mula que, ignorante de la jerarquía del pesebre, viene desde hace siglos mordisqueando las venerables pajas. ¿Desaparecerán estos ojos mansos no enseñados a estar delante de una divinidad?No se entiende a veces la voz de la iglesia en asuntos sagrados. Durante el papado de Pablo VI, fue enviada al olvido, Santa Bárbara, patrona de los artilleros, invocada para conjurar tempestades, rayos y relámpagos. El nombre de la santa está por todo el mundo; fue protagonista del sincretismo africano que la identificó en Cuba con Changó, la deidad de la guerra, la fuerza y el fuego.Cómo decirles a los campesinos que renunciaran a Santa Bárbara bendita, cuando empezaba a tronar o se hinchaban los ríos en tiempo de invierno, y cómo quitarle a los pesebres estas sombras tutelares que con su mansedumbre, el buey, y con sus orejas, la mula, han traído hasta el nacimiento de Jesús estos aromas de madreselva.Falta sólo saber que no hubo pastor rezagado, y esto sí me sumiría en depresión. En nuestro pesebre aún campea un zagal de 60 años; yo no había nacido y ya este personaje estaba ahí con la oveja descarriada amachada al cuello. Ahora tiene los ojos desconchados; creo que sus botas y el zurrón fueron repintados con acuarela, pero todavía se iluminan sus pasos con las luces del pesebre.No es claro que por Belén haya pasado río alguno, pero pesebre que se respete tiene río con chorrera y lago junto a la pesebrera. No por ello, debe eliminarse uno de los más poéticos villancicos que dice en su coro: “Pero mira cómo beben los peces en el río, beben y beben y vuelven a beber…”. Los españoles se adelantaron muchísimos años a la defenestración del pesebre. Si no, pongamos atención a este verso de “Ande la marimorena”: “En el portal de Belén, han entrado los ratones/ y al bueno de San José, le han roído los calzones…”.

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