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Regalías para todos (2)

A propósito de mi columna de la semana pasada en la...

14 de noviembre de 2010 Por: Mauricio Cabrera Galvis

A propósito de mi columna de la semana pasada en la que planteaba las razones que justifican redistribuir las regalías entre todos los colombianos, un amable lector del Arauca me ha enviado una extensa comunicación en la que defiende el privilegio que ha tenido su departamento de quedarse con $3.3 billones, que son el 10% del total de regalías generadas desde 1994.El lector me tacha de centralista por mi “afán porque las regalías de los departamentos productores pasen al presupuesto de la Nación”; explica además como los 153.000 habitantes del Arauca se han beneficiado de las vías de comunicación, hospitales, escuelas, acueductos y alcantarillados, y el aeropuerto que han podido construir con esos recursos y como una región de frontera, antes olvidada y abandonada, se ha convertido en un importante polo de desarrollo.No puede uno menos que alegrarse del progreso de una región tan hermosa de Colombia y de la mejora en la calidad de vida de sus habitantes. Mi posición no es centralista, ni quiero que las regalías pasen al presupuesto nacional, sino que se distribuyan entre todos los colombianos. Y es desde esta perspectiva que surgen muchos interrogantes.El primero es si Arauca, y el resto de los departamentos productores, han utilizado bien la bonanza de las regalías. Desafortunadamente la respuesta es negativa, pues son conocidos los múltiples casos de despilfarro y corrupción con estos recursos, y la cantidad de políticos y mandatarios locales investigados por esos hechos. Son menos conocidos los agentes privados que participaron en la corruptela.Entonces la pregunta en el caso de Arauca es si al repartir $3.3 billones de pesos entre sólo el 0.37% de la población colombiana, ¿estos 153.000 supuestos afortunados no deberían tener un nivel de vida muy superior al que han logrado? El PIB pér cápita del Arauca es de $13.5 millones, el tercero del país superado sólo por Casanare, Bogotá y Santander, pero su índice de Necesidades Básicas Insatisfechas es apenas similar al de regiones mucho más pobres como Putumayo y Guaviare. Si el departamento es tan rico y su población tan pobre, es porque unos pocos se están quedando con la plata.Segunda pregunta. Si Arauca piensa que no debe compartir ‘sus’ regalías con el resto del país, ¿por qué los colombianos deben regalarle a ese departamento la cantidad de recursos que le transfieren en el Sistema General de Participaciones? En efecto, Arauca que sólo recauda el 0.03% del impuesto de renta y el IVA, recibe casi el 1% del SGP, lo que significa que en la última década recibió $1 billón por encima de lo que le correspondería por su generación de impuestos.No estoy proponiendo que ni a Arauca ni a las otras regiones productoras le quiten los recursos del SGP, pues los necesitan para sacar a sus habitantes de la pobreza; lo que afirmo es que la solidaridad debe ser recíproca y de doble vía, pues no es válido que una región le diga al resto del país: lo de ustedes lo repartimos entre todos, pero lo mío es sólo para mí. La pregunta fundamental en el contexto de una reforma a la Constitución va mucho más allá de las cifras y los porcentajes, pues se trata de definir el pacto social para construir la sociedad. A mi lector del Arauca le pregunto: si usted viviera en el Chocó o el Putumayo, o fuera un desplazado en un tugurio en cualquiera de las grandes ciudades, ¿defendería que las regalías se queden sólo en las regiones productoras, o pediría que le tocara aunque fuera un poco para salir de la miseria?Una regla básica para que una norma constitucional sea válida es que se pueda aplicar a todos los colombianos, sin importar el lugar donde vivan.

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