El pais
SUSCRÍBETE

Reactivación, ¿para quién?

Ante una crisis como la actual que no es solo económica sino social, el objetivo de las políticas de reactivación no puede ser solo recuperar el crecimiento del PIB

14 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

Existen muchas y muy variadas propuestas para la reactivación económica. Inversión en infraestructura, exenciones tributarias, transferencias monetarias a los más pobres, apoyo a emprendedores, subsidios a la nómina, empleo público de emergencia, subsidio a vendedores de vivienda, modernización tecnológica, renta básica universal, etc., etc.

Dado que no hay recursos suficientes para adelantarlas todas, y que además algunas son excluyentes entre sí, es necesario tener criterios claros para escoger aquellas que sean las más adecuadas para las circunstancias del país, y que sean las más eficaces y más eficientes para superar la aguda recesión económica que ha dejado el manejo de la pandemia.

Son tres los criterios principales que deberían utilizarse para la evaluación de las políticas de reactivación: primero, ¿a quién benefician?; segundo, ¿cuál es su impacto sobre las causas de la recesión?; y tercero, ¿son suficientes y oportunas para mitigar los efectos de la crisis? Hoy me refiero al primero.

Ante una crisis como la actual que no es solo económica sino social, el objetivo de las políticas de reactivación no puede ser solo recuperar el crecimiento del PIB; como lo recordó en el Hay Festival la premio Nobel E. Duflo, el PIB es solo un objetivo intermedio, un instrumento para lograr el bien-estar y la calidad de vida de toda la población. Por eso no solo es importante que crezca, sino sobre todo cómo se distribuye ese crecimiento.

No puede ser un objetivo disminuir ahora el déficit fiscal y sanear las finanzas públicas; ese será un trabajo posterior, pero buscar la austeridad fiscal en medio de la recesión es como sacarle sangre a un anémico. Son aún menos validas políticas para aumentar la rentabilidad de las empresas; esa no es la responsabilidad del Estado, ni debe dedicar a eso sus escasos recursos.

Las mejores políticas de reactivación son aquellas que impulsan el crecimiento, pero a la vez ayudan a aliviar la pobreza, a reducir el desempleo y a disminuir la desigualdad.

Unos ejemplos ayudan a entender la importancia del impacto distributivo de diferentes políticas. Una cosa es la inversión en infraestructura en modernas carreteras y concesiones de 5G, y otra la construcción de vías de acceso en los municipios Pdet. Las primeras son intensivas en capital y benefician a los sectores modernos de la economía, mientras que las segundas generan más empleo y mejoran la vida de poblaciones azotadas por la violencia y abandonadas del Estado.

Una cosa es dar subsidios a las empresas eximiéndolas del pago de IVA en la compra de bienes de capital, y otra muy distinta dar subsidios a las mismas empresas pero condicionados a la creación de empleo. En ese sentido la intención del Paef fue acertada, pero su ejecución no, pues se concentró en las grandes empresas: 1115 con más de 500 empleados se quedaron con el 39% de los recursos, mientras que 90.000
microempresas con menos de 10 empleados solo recibieron el 10%.

Los estímulos tributarios para la generación de energía con fuentes limpias es conveniente, pero en medio de la crisis resulta mejor incentivar programas de reforestación con mano de obra campesina.

El gobierno tiene un amplio abanico de políticas para la reactivación. Debería elegir aquellas que generen más empleo y beneficien a los más pobres y vulnerables, y ejecutarlas de manera que se logre este objetivo, y no se quede en el discurso.

AHORA EN Mauricio Cabrera Galvis