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Populismo Tributario

Aunque duela y no le guste a nadie, es indispensable subir los...

30 de octubre de 2016 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Aunque duela y no le guste a nadie, es indispensable subir los impuestos. Cuando hace solo 4 años se planteaba la necesidad de una reforma estructural para simplificar y hacer más eficiente el régimen tributario, se decía que debía ser “neutra” en el recaudo, es decir que no tenía que aumentar el monto de los impuestos, tan solo redistribuirlos.Hoy la situación es totalmente diferente: por cuenta de la caída de los precios del petróleo el Estado dejó de recibir $23 billones anuales; y aunque el Gobierno ha hecho el esfuerzo de bajar gastos por unos $12 billones, queda un enorme hueco que hay que tapar con nuevos impuestos. La gran pregunta es, ¿quién debe pagarlos?, y para responderla el debate deja de ser técnico y se vuelve político.Todo el mundo, analistas y políticos, reconoce la necesidad de aumentar el recaudo tributario, pero todo el mundo quisiera que los nuevos impuestos afecten el bolsillo del vecino y no el propio. Quienes pueden hacerlo ya empiezan a mover a sus lobistas en el Congreso para defender sus intereses, y se corre el riesgo de que lo que salga aprobado sea una colcha de retazos que empeore la calidad del estatuto tributario.Una situación que hace más político el debate es que se mezcla con las primeras escaramuzas de la campaña presidencial del 2018. De hecho, precandidatos presidenciales como Iván Duque, de la oposición, y Germán Vargas, que no se sabe si es del gobierno o de la oposición, ya salieron a criticar la reforma, pero con argumentos populistas y parciales. Los precandidatos deberían ser los más serios en el debate porque deben recordar que es al próximo presidente al que le tocará enfrentar lo más grave de la crisis fiscal si no se actúa con prontitud.El Gobierno presentó un proyecto de reforma tributaria con base en el informe de la Comisión de Expertos que tiene, como en la vieja película, lo bueno, lo malo y lo feo; es una gran cantidad de propuestas cuyo examen excede los límites de esta columna, pero que se puede decir que en general tiene un claro sesgo en favor del sector empresarial y en contra de los estratos medios que será necesario corregir. Lo que es indiscutible es que desde el punto de vista cuantitativo el proyecto es suficiente para tapar el hueco fiscal.El resultado de la reforma tributaria se puede ver como un juego de suma cero, es decir que lo que gana algún sector lo va a perder otro. Por eso es populista solo hacer propuestas para que no se suba algún tributo como el IVA, o para que se mantenga una exención como la de las utilidades de los constructores de vivienda popular, sin proponer al mismo tiempo a quién habría que subirle los impuestos para compensar ese menor recaudo.Si algún político quiere ganarse las indulgencias de evitar que le suban los impuestos a un sector específico, debe asumir el costo de proponer que otro sector debe pagar más impuestos para tapar el hueco. En esta materia tampoco hay almuerzo gratis.***Adenda: La llegada de Fernando Carrillo a la Procuraduría es garantía de que esa entidad volverá a ser una verdadera defensora de los derechos de los ciudadanos y del buen funcionamiento de las instituciones públicas sin fanatismos ni ideologías pseudoreligiosas. Pero los colombianos seguiremos pagando los excesos de Ordóñez, desde las indemnizaciones a las víctimas de sus fallos ilegales hasta la flotilla de vehículos públicos al servicio de su familia.

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