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¿Paloma de paz o conejo de guerra?

A diferencia del horóscopo chino en el que cada año está regido por un animal que no se puede cambiar, en Colombia todavía podemos decidir cuál animal queremos que caracterice el 2018: ¿La paloma de la paz o el conejo de la guerra?

17 de diciembre de 2017 Por: Mauricio Cabrera Galvis

A diferencia del horóscopo chino en el que cada año está regido por un animal que no se puede cambiar, en Colombia todavía podemos decidir cuál animal queremos que caracterice el 2018: ¿La paloma de la paz o el conejo de la guerra? ¿Avanzaremos hacia la esquiva meta de construir una sociedad en paz, o fracasará el proceso y el posconflicto será el retorno de antiguos y no solucionados conflictos?

A un año de la firma del Acuerdo de Paz, quienes ven el vaso medio lleno destacan que la Farc entregó las armas y quiere cambiar balas por votos (si la dejan), que se aprobó la Justicia Especial para la Paz y se conformó la Comisión del Verdad, que las víctimas empiezan a ser reconocidas y reparadas y, lo más importante, que en este año se han evitado 3.000 muertos y miles de heridos en combates.

Pero también es cierto que la implementación del Acuerdo va muy lenta. El Instituto Kroc analizó el cumplimiento de las 558 disposiciones del Acuerdo y encontró que solo el 17% (las relacionadas con la dejación de las armas y su verificación) están completas, que 21% solo tienen un mínimo avance y que 55% ni siquiera se han empezado a implementar.

Son notorios los retrasos en que tienen que ver con la Reforma Rural integral, la participación política de víctimas, el Sistema de Verdad, Justicia y Reparación y las garantías de seguridad para reinsertados y líderes de derechos humanos, que siguen siendo asesinados impunemente.

La conclusión es que en este primer año la Farc ha cumplido buena parte de sus compromisos, mientras que de parte del Estado -en sus tres ramas, Ejecutiva, Legislativa y Judicial- el avance no solo ha sido mucho menor sino que en varios casos se ha puesto conejo a lo pactado en el Acuerdo.

Son múltiples las razones que explican el incumplimiento por parte del Estado. Por el lado del gobierno son los problemas típicos de la falta de eficiencia de las entidades públicas: la falta de preparación y planeación, la dificultad de poner en marcha las nuevas instituciones creadas para la Reforma Rural, o la todavía escasa presencia en los territorios asolados por el conflicto.

Curiosamente el problema no es de plata sino de capacidad de ejecución, porque del presupuesto asignado para este año todavía queda más del 50% disponible para ejecutar, y para el año entrante se han asignado $3 billones para la implementación del Acuerdo, además de $13,5 billones para la atención y la reparación de las víctimas.

En el trámite en el Congreso es donde se han encontrado los mayores obstáculos para la implementación. Los congresistas de la derecha, con la complicidad de un magistrado de la Corte que mutiló el Fast track, aún siendo minoría han sido exitosos en poner toda clase de zancadillas para demorar, impedir o modificar la aprobación de puntos centrales del Acuerdo como la JEP, las Reforma Rural y Política o las circunscripciones electorales para las víctimas.

El riesgo principal del proceso de Paz, es que en las elecciones del año entrante se elija un presidente y un Congreso de derecha, que ya no necesitan decir que van a hacer trizas el Acuerdo porque les basta sabotear su implementación para poner conejo a todos los colombianos que todavía soñamos con la paloma de la paz. Nuestros votos decidirán qué animal marcará el futuro de Colombia.

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