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Oportunidad de la reforma tributaria

La mala noticia es que ese no es el caso con el proyecto de reforma presentado por el gobierno, y por lo tanto si se va a producir el suicidio pronosticado por el presidente

25 de abril de 2021 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Un análisis completo sobre la reforma tributaria debe responder tres preguntas: una, ¿se necesita?; dos, ¿qué debe incluir?; y tres ¿cuándo debe hacerse?

Respecto de la primera no hay discusión: la coyuntura de la pandemia ha agrandado el hueco fiscal y se necesita recaudar ingresos adicionales para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas. Eso sí, no se puede decir que se necesita para financiar los programas contra la pobreza y la desigualdad, porque estos no pueden ser la cenicienta del gasto público y si no hay impuestos nuevos hay que recortar otros gastos inútiles del Estado.

En cuanto a su contenido, desde hace muchos años hay una amplio consenso de que el país necesita una reforma estructural que simplifique el régimen tributario y lo modifique para que cumpla los criterios constitucionales de equidad, progresividad y eficiencia. Esto quiere decir que se eliminen exenciones, que las rentas de capital de las personas naturales paguen más impuestos y que se disminuya la evasión y la elusión.

La tercera es más complicada, porque el gobierno enfrenta la presión de los mercados financieros nacionales e internacionales para reducir el déficit fiscal, pero por otro lado el mismo presidente Duque dijo hace unos meses que hacer una reforma tributaria en medio de la pandemia era suicida, porque subir impuestos reduce la demanda agregada, y por lo tanto el empleo y el crecimiento.

El presidente tiene razón, salvo en un caso específico, que en los textos de economía se conoce como el “multiplicador del presupuesto balanceado”. Es “balanceado” porque ocurre cuando el gobierno sube los impuestos en una cierta cantidad, pero aumenta el gasto en la misma cuantía, y no se disminuye la demanda agregada. Por el contrario se aumenta, porque para pagar los impuestos los particulares disminuyen su consumo pero también sus ahorros, de manera que el aumento del gasto público es mayor que la disminución del consumo privado. Por eso hay un multiplicador que estimula el crecimiento y el empleo.

La mala noticia es que ese no es el caso con el proyecto de reforma presentado por el gobierno, y por lo tanto si se va a producir el suicidio pronosticado por el presidente. En efecto, según las cifras del Ministerio de Hacienda la reforma aspira a recaudar $23.4 billones, pero el aumento del gasto será solo de $7.2 billones: $4.6 billones para el Ingreso Solidario, $1.8 billones para devolución del IVA y $0.8 billones para otros programas y subsidios.

El resto del nuevo recaudo se dedicará a reducir el déficit fiscal y la deuda pública, objetivos necesarios pero no en medio de la aguda recesión económica que ha generado la pandemia y su manejo. Tal como está planteada esta reforma frenará la recuperación y aumentará el desempleo; por eso no es oportuna y debe aplazarse, sin que eso implique que se deba aplazar un programa de ingreso mínimo garantizado para los pobres y vulnerables.

De todas maneras es urgente aumentar ya los ingresos del fisco, pero afortunadamente hay otras alternativas para hacerlo que afectan mucho menos la demanda y el empleo, como la propuesta del presidente de la Andi de suspender los beneficios tributarios creados en la reforma de 2019, el Iva a las transacciones de finca raíz, el aumento de las regalías al oro, y otros que analizaré en otra ocasión.

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