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Los años maravillosos

Cuando anunciaron un concierto de Piero con Ana y Jaime pensé que...

17 de abril de 2011 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Cuando anunciaron un concierto de Piero con Ana y Jaime pensé que solo irían a verlos con nostalgia unos pocos fans próximos a entrar a la tercera edad, que aprendieron y cantaron sus canciones hace cuarenta años y que todavía conservan algunos viejos discos de acetato, que ya no pueden oír porque no tienen como conectar el vetusto tornamesa al moderno parlante del Ipod de sus hijos, pero que de todas maneras los guardan para de vez en cuando recordar como eran de jóvenes viendo esas carátulas de la pareja de adolescentes colombianos o el muchacho argentino con unas gafas más grandes que su cara.La primera sorpresa fue, después de una larga cola para entrar y soportar a los revendedores buscando afanosamente comprar alguna boleta que sobrara, encontrar el teatro Jorge Isaacs lleno a reventar. La otra sorpresa fue ver que no estaban solo cincuentonas o sesentones, sino muchos de la treintañez e inclusive sardinos, gente de todas las edades coreando las canciones con un entusiasmo pocas veces sentido en ese teatro. Dicen que el mismo entusiasmo se vivió en Medellín y Bogotá, también en Girón donde se presentó sólo Piero, y seguro que será igual en Barranquilla y Cartagena donde termina la gira.García Márquez escribió, ante el asesinato de John Lennon, que la nostalgia siempre empieza por la música y nos tiende una trampa “que quita de su lugar a los momentos amargos y los pinta de otro color, y los vuelve a poner donde ya no duelen”. Por eso volver a oír canciones de Piero como ‘Mi Viejo’, ‘Los Americanos’ o ‘Juan Boliche’, o de Ana y Jaime como ‘Café y Petróleo’, ‘Soy Rebelde’ o ‘Estaciones en el Sol’, nos transporta a un tiempo de sueños e ideales, del mayo francés y la guerra de Vietnam, de Allende y los exiliados chilenos o argentinos huyendo de los dictadores asesinos, del movimiento universitario y las luchas agrarias, y hoy pensamos que esos fueron los años maravillosos. Pero no todo es nostalgia. Si la canción protesta le llega a nuevas generaciones es porque sigue teniendo vigencia y actualidad en toda nuestra América Latina. Oyendo “A desalambrar, a desalambrar …que esta tierra es de nosotros y no del que tenga más”, cómo no pensar en la tragedia de los millones de desplazados y en el esfuerzo del Gobierno por devolverles las tierras que les quitaron a sangre y fuego. El Pedro arado, el Pedro tierra, el Pedro Nadie, sigue siendo hoy campesino de campo ajeno.¿Acaso ese Ricardo Semillas al que mató hace cuarenta años una bala con sed de sangre emboscada mientras sembraba nuevos amaneceres no es la misma valiente Yolanda asesinada por reclamar sus tierras a los paramilitares? Ayer como hoy, muchas se callaron a machete y a balazos. Ay país, país, país, tengo la bronca en la voz.Estas canciones siguen contando lo que pasa con mi gente y su pobreza. Que todos los días la gente ‘laburaba’ noche y día mientras los diarios publicaban porquerías. Que los oportunistas que Víctor Jara denunciaba por no ser “ni chicha ni limonada” siguen siendo los mismos políticos tránsfugas y voltiarepas de hoy que van de partido en partido buscando el mejor postor.Piero prefiere llamar a esta música “Canción Propuesta”, porque no sólo es denuncia, sino canto de esperanza y utopía, que debe servir para que de adentro nazcan cosas nuevas, nuevas. Como dijo el director del Odin Teatret que ahora se presenta en Cali, “se pueden cabalgar quimeras toda la vida sin nunca vencer, pero sin ser derrotados. Lo que se pone en juego no es cambiar el mundo, sino vivirlo dignamente”. Y la música de los años maravillosos nos ayuda a hacerlo.

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