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Los 100 primeros días

Viendo las cosas con realismo, el 7 de agosto muy pocas cosas habrán cambiado en Colombia, por lo menos para la gran mayoría de sus habitantes

25 de junio de 2022 Por: Vicky Perea García

Uno de los primeros retos que debe enfrentar todo nuevo presidente es no dejar que se frustren las ilusiones y esperanzas que despertó en la población y que lo llevaron a ser elegido. Este desafío es todavía más grande para el presidente Petro pues sus votantes esperan que su gobierno sea la oportunidad para superar el hambre y la pobreza, para tener empleos decentes, para que sus hijos puedan acceder a una educación de calidad, para asegurar una vejez digna.

Con la elección de Gustavo Petro y Francia Márquez, el 7 de agosto no solo habrá caras nuevas en los carros oficiales, sino que mucha gente sentirá que Colombia es un país distinto y que sus ilusiones y esperanzas se han cumplido.

Pero viendo las cosas con realismo, el 7 de agosto muy pocas cosas habrán cambiado en Colombia, por lo menos para la gran mayoría de sus habitantes. Muchas madres seguirán viendo a sus hijos acostarse con hambre, los afros e indígenas del Pacífico colombiano seguirán tan excluidos como el día anterior, en los cinturones de miseria de las grandes ciudades los jóvenes seguirán sin oportunidades ni ingresos, los desempleados seguirán con su flor para mascar esperando que el trabajo con que sueñan ya vendrá.

Las grandes reformas anunciadas por el presidente electo -la tributaria, la de la salud y la pensional- no se pueden adoptar por decreto sino que requieren de leyes que deben ser presentadas y aprobadas en el Congreso en un trámite que demora por lo menos hasta el fin de año, suponiendo que se logre el consenso y las mayorías necesarias para su aprobación. Además, en el caso de la tributaria, el mayor recaudo esperado para financiar los programas sociales solo se empezará a recibir un año después.

Una dificultad adicional que enfrentará el nuevo gobierno es el contexto nacional e internacional en el que le tocará actuar. En lo nacional la herencia que se recibe del actual gobierno por factores como la inflación desbordada, el enorme hueco fiscal, la demora en ajustar el precio de la gasolina o el déficit de la balanza de pagos, imponen severas restricciones financieras para los programas que se quieren adelantar.

En lo internacional, factores como el impacto económico de la guerra de Ucrania y la subida de tasas de interés de los bancos centrales para combatir la inflación, han elevado las posibilidades de una recesión global que frenaría el crecimiento de la economía colombiana, agravando los problemas de pobreza y desempleo. Además, es posible que la volatilidad de los mercados financieros internacionales disminuya los flujos de capitales hacia los países emergentes, haciendo que Colombia tenga menos recursos para cubrir su enorme déficit externo, y se presione una mayor devaluación.

El plazo simbólico de los primeros 100 días se ha convertido en una referencia generalizada para la primera evaluación de todo nuevo gobierno que necesita victorias tempranas para mantener su credibilidad, y mucho más cuando ha creado tantas expectativas y enfrenta unas circunstancias tan difíciles como las descritas.

Por todo esto una de las tareas inmediatas del equipo del nuevo gobierno es tener un diagnóstico muy claro de la situación que recibe y diseñar planes que pueda ejecutar en los primeros 100 días como por ejemplo programas de empleo de emergencia o programas comunitarios de alimentación para aliviar el hambre en la población en extrema pobreza.

AHORA EN Mauricio Cabrera Galvis