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Hay que rescatar a Avianca

A riesgo de ser crucificado por las redes sociales debo decir que para el país es necesario que Avianca siga operando.

10 de mayo de 2020 Por: Mauricio Cabrera Galvis

A riesgo de ser crucificado por las redes sociales debo decir que para el país es necesario que Avianca siga operando. A pesar de que su residencia fiscal sea Panamá y sus actuales dueños no sean colombianos, a pesar del mal manejo de la huelga de los pilotos, a pesar de los miles de reclamos de sus usuarios, a pesar de que abuse con los precios de sus pasajes. Pero rescatar a la empresa es muy distinto a salvar a sus dueños.

Avianca moviliza a más de la mitad de los pasajeros aéreos en este país de geografía accidentada, con carreteras deficientes y sin tren; además es la principal conexión del país con el mundo. Los costos económicos y sociales de una eventual desaparición de Avianca serían enormes, y no solo para los 15.000 empleados que quedarían en la calle y los miles de empleados de proveedores que le prestan servicios.

En todo el mundo se consideran las aerolíneas nacionales como un activo estratégico del país y ante la crisis financiera que enfrentan por la pandemia, están recibiendo multimillonarias ayudas con recursos públicos, aún algunas que están al borde de la quiebra.

En Estados Unidos las 10 principales aerolíneas recibirán US$25.000 millones; en Europa y Asia, los gobiernos han destinado miles de millones de dólares para empresas como Lufthansa, AirFrance, Alitalia, Singapore Airlines, Thai Airlines, JAL y ANA. Unas como préstamo, y la mayoría como aportes de capital, es decir que el Estado se convierte en accionista, a veces mayoritario.

Si el gobierno tomara la decisión de rescatar a Avianca deben cumplirse ciertos requisitos y condiciones que se derivan de la necesidad de proteger los recursos públicos cuando sean utilizados para ayudar a empresas privadas, además del obvio de que debe volver a tener residencia fiscal en Colombia

El primero y más importante es que se trata de salvar a la empresa y sus empleados, y no a sus dueños. Por eso no puede ser un crédito preferencial ni con garantía pública, sino una inyección de capital, lo que implica que los actuales accionistas se diluyen y pierden participación y el control de la compañía. No se trata de una nacionalización forzosa, pues los accionistas pueden rechazar la ayuda

Segundo, tampoco se trata de salvar a los acreedores ni utilizar recursos públicos para pagar créditos que hoy no tienen posibilidad de recuperación, de manera que los bancos prestamistas también tienen que contribuir al rescate, bien sea reduciendo el valor de sus créditos o capitalizándolos.

Tercero, debe haber un compromiso de evitar al máximo el despido de personal; pero bajo el principio de todos ponen los trabajadores también deberán aceptar que para salvar sus empleos puede ser necesario reducir, así sea temporalmente, sus ingresos.

Cuarto, el mecanismo que se diseñe debe ofrecerse en iguales condiciones a todas las aerolíneas colombianas que también han tenido que paralizar sus operaciones y enfrentan dificultades financieras.
Lo que debe superarse en este momento es la disyuntiva de si el Estado debe apoyar a Avianca o a las pymes. En esta enorme crisis sin precedentes, eso es como poner a escoger a un hijo si los médicos deben atender y salvar a su papá o a su mamá. La única respuesta posible es que a ambos, y hay que conseguir los recursos para hacerlo, así se rompan las reglas de la ortodoxia fiscal.

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