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¿Guerra con Venezuela?

Promover una intervención militar para sacar al gobierno traería peores consecuencias para Colombia que el mantenimiento del actual régimen.

30 de septiembre de 2018 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Lo mejor que le puede pasar a Colombia es que se vaya Maduro, que cambie el régimen y se reconstruya Venezuela. Lo peor que le puede pasar a Colombia es que se intente sacarlo a la fuerza. Y todavía peor, que el gobierno colombiano sea uno de los promotores de la alternativa militar.

Colombia es el país más afectado por la crisis de Venezuela. El impacto mas reciente y más dramático es la tragedia de centenares de miles de venezolanos que se han visto forzados a emigrar agobiados por la imposibilidad física de sobrevivir en su país y vienen a buscar refugio acá, con el agravante que muchos de ellos son colombianos que retornan.

Los efectos económicos son menos notorios pero muy perjudiciales. Uno, la alteración económica y social que ha producido, sobre todo en las zonas fronterizas, el absurdo sistema de múltiples tasas de cambio y los controles de precios que propician el contrabando y la delincuencia.
Otro, la parálisis del intercambio comercial que ha significado para los productores colombianos la pérdida de un mercado al que llegaron a exportar más de 6000 millones de dólares y hoy escasamente venden 300 millones. Los más perjudicados, las pequeñas y medianas industrias que tenían en Venezuela una extensión de su mercado y no han podido reemplazarlo.

Por estas razones, y muchas más, a Colombia le conviene que nuestro vecino recupere la democracia y pueda reconstruir su economía. Pero promover una intervención militar para sacar al gobierno traería peores consecuencias para Colombia que el mantenimiento del actual régimen. La mejor disculpa que puede encontrar Maduro para mantenerse en el poder, e inclusive aumentar la represión, es exacerbar el nacionalismo con la amenaza de una intervención extranjera.

En un escenario de guerra, la crisis humanitaria se agudizaría a ambos lados de la frontera. Los migrantes venezolanos se multiplicarían a millones tratando de escapar del conflicto; además esa guerra se libraría también en territorio colombiano, con todas las consecuencias fatales para nuestra población.

Circulan en las redes sociales videos intimidantes del arsenal bélico venezolano y su capacidad de destruir en muy poco tiempo objetivos estratégicos de Colombia: puentes, refinerías o centrales eléctricas. Deben ser ciertos porque una de las tácticas de Chávez y Maduro para mantener el apoyo de los generales ha sido gastar miles de millones de dólares en armamentos.

Ni siquiera suponiendo que se cumpla la promesa de Trump de apoyar a sus aliados nos libraríamos de los desastres de la guerra, porque ni el poderío militar de Estados Unidos asegura la victoria rápida en el caso de una invasión, como pasó en Irak.

Las consecuencias de una guerra son nefastas, aunque se gane. El resentimiento entre los pueblos duraría décadas y la mayoría de los venezolanos nos vería como agresores y no como liberadores; el costo económico no sería solo lo que se destruye, sino los cuantiosos recursos que se desperdiciarían en el conflicto. Los únicos ganadores son los mercaderes de armas.

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Adenda: En buena hora decidió la Junta del Banco de la República volver a comprar dólares. Ante la incertidumbre de los mercados internacionales es muy conveniente acumular reservas para reducir nuestra vulnerabilidad externa; además así se disminuye la presión a la revaluación del peso por la minibonanza petrolera.

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