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El petróleo en la transición energética

La emisión de CO2 no se va reducir porque se produzca menos petróleo, sino solo cuando disminuya su demanda

19 de noviembre de 2022 Por: Vicky Perea García

La transición energética en Colombia significa disminuir la demanda de petróleo, sin embargo para poder hacerlo necesitamos aumentar la producción de petróleo. Esta aparente paradoja tiene dos explicaciones: una, que la demanda de petróleo en el mundo y en Colombia no depende de la producción de petróleo en nuestro país y dos, que la transición energética es muy costosa, y los ingresos del petróleo ayudan a financiarla.

Una de las políticas claves del gobierno Petro es la transición energética justa, entendida como la sustitución de combustibles fósiles por nuevas fuentes de energía renovables y menos contaminantes. Es una política no solo acertada sino necesaria y urgente e inaplazable porque el calentamiento global es la amenaza más grande que enfrenta la humanidad, pudiéndola llevar a su extinción.

En los países desarrollados la transición energética también implica disminuir el consumo de energía; en Colombia es diferente porque acá tenemos que aumentar la demanda de energía en los próximos años para garantizar a toda la población el acceso a la energía que hoy no tiene, y que esta provenga de fuentes no contaminantes.

Otra diferencia importante entre Colombia y el mundo desarrollado es que nuestra huella de carbono es muchísimo menor, y por lo tanto la gran responsabilidad de la descarbonización de la economía es de ellos. En efecto, mientras que la emisión de CO2 per cápita en Colombia es de solo 1,75 ton, en China es 7,4 ton. y en Estados Unidos es 14,3 ton.

Sin embargo, no son buenas las perspectivas de reducción del uso de la energía en el mundo, ni tampoco de disminución del consumo de petróleo. Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (IEA) muestran que con las políticas actuales mientras la demanda de energía aumentaría 24% hasta el año 2050, la de petróleo lo haría en 8% porque las fuentes de energía renovables ofrecerían mucho más.

El panorama es un poco mejor si los países cumplen los compromisos que han anunciado en los foros ambientales como el COP 26. En este caso la demanda de energía bajaría un poco (1,5%) para el 2050, y el uso del petróleo crecería hasta el 2030 y en los siguientes veinte años disminuiría una tercera parte. El problema es que para alcanzar estos objetivos es necesario invertir entre 6 y 10 billones de dólares anuales, es decir entre el 6% y el 10% del PIB mundial, y una proporción similar en Colombia.

Colombia debe hacer un gran esfuerzo para disminuir el consumo de combustibles fósiles y reemplazarlos por otras fuentes de energía como la solar, la eólica, la hidroeléctrica o el hidrógeno. Pero la producción misma del petróleo cada vez genera menos gases contaminantes por el esfuerzo tecnológico que está haciendo Ecopetrol para reducir el 50% de sus emisiones antes de terminar esta década, o sea que nuestro problema no está en la producción de petróleo, sino en su uso.

Lo mismo sucede en el resto del mundo. Como en el caso del narcotráfico, reducir los cultivos de coca no resuelve el problema mientras exista una fuerte demanda por alucinógenos. Así la emisión de CO2 no se va reducir porque se produzca menos petróleo, sino solo cuando disminuya su demanda. Mientras tanto no sirve de nada que un productor pequeño como Colombia renuncia a los ingresos petroleros que necesita para financiar la transición energética.

AHORA EN Mauricio Cabrera Galvis