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El maestro de la mentira

En los países democráticos se acepta con resignación que los políticos mientan...

25 de mayo de 2014 Por: Mauricio Cabrera Galvis

En los países democráticos se acepta con resignación que los políticos mientan haciendo promesas electorales que saben que no van a cumplir y todos los candidatos las hacen. Pero hay otras clases de mentiras que no se aceptan o que no se deberían aceptar en las campañas.Las que no se aceptan son las mentiras para encubrir delitos o conductas inapropiadas. Nixon tuvo que renunciar a la Presidencia no tanto porque su campaña hubiera chuzado las oficinas del Partido Demócrata en el famoso edificio Watergate, sino por haber mentido sobre su conocimiento de ese delito y haber tratado de obstaculizar a la Justicia ocultando pruebas. Bill Clinton no cometió un delito en su romance con Mónica Lewinsky, pero fue juzgado por haber mentido sobre estos hechos y esas mentiras casi le cuestan el puesto.La estrategia de la campaña de Zuribe frente al escándalo del hacker ‘ético’ es un caso típico de esas mentiras encubridoras. El candidato de la Z ha mentido descaradamente por lo menos en tres ocasiones.Primero cuando dijo que no conocía al hacker; luego cuando le recordaron que si se había reunido con él, pero dijo que si lo había visto al principio de su campaña, pero que solo había pasado por su oficina a saludar. Finalmente, cuando lo cogen con las manos en la masa discutiendo el uso de información ilegal contra la campaña del presidente Santos, primero reconoce que sí estuvo en esa reunión, pero después vuelve a mentir inventándose pruebas falsas para hacer creer a la opinión pública que el video es un montaje, lo que ya comprobó la Fiscalía que no es cierto.Un candidato que miente así debería renunciar desde ahora a sus pretensiones, pues si llegara a la Presidencia se vería enfrentado a un juicio como el de Nixon y, ante la evidencia de sus mentiras encubridoras, se vería obligado a renunciar causando un gran daño a la democracia colombiana.Las otras mentiras utilizadas por la campaña de Zuribe son las calumnias a los contrincantes para distraer a la opinión pública de los delitos propios. Para tapar los del hacker se inventaron que JJ Rendón había regalado 2 millones de dólares, que provenían de los narcos, a la campaña de Santos en el 2010; como no tienen pruebas no las pueden presentar, pero para desgracia de este país una parte de los electores se cree y acepta esas mentiras.En esta estrategia de que la mejor defensa es el ataque, el gran maestro es el expresidente que chuzó a la Corte Suprema. El portal digital La Silla Vacía presentó un listado de por lo menos 10 casos comprobados en que el expresidente respondió a críticas con “acusaciones muy fuertes con pruebas tan endebles (o sin pruebas) que no han conducido a nada salvo a golpear a algún contradictor suyo cuando lo necesitaba”.Que Daniel Coronel era un lavador de dinero, que Vargas Lleras había acusado a Santos de ser el responsable de su atentado, que el magistrado Iván Velásquez compraba testigos en su contra, que la Comunidad de Paz de Apartadó era auxiliar de la guerrilla, que Gaviria había negociado con los narcos, son algunos de las calumnias sin pruebas que documenta el portal, aunque no menciona el peor de todos: que los más de 1.000 inocentes asesinados en los ‘falsos positivos’ debían ser culpables porque “no estaban cogiendo café”.Gaviria dijo que el expresidente que compró su reelección es un mentiroso, y tiene razón pues su nuevo mantra es mentir, mentir, mentir.

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