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El dilema del República

No la tiene nada fácil la Junta Directiva del Banco de la...

10 de julio de 2016 Por: Mauricio Cabrera Galvis

No la tiene nada fácil la Junta Directiva del Banco de la República. Subir o no subir será el dilema que enfrente en su próxima reunión, cuando tenga que decidir qué hacer con las tasas de interés frente al persistente aumento de la inflación.Grande debe ser la frustración de la Junta y su sentimiento de impotencia al constatar que, aunque en poco más de dos años han subido la tasa quince veces, llevándola del 3,25% vigente en abril del 2014 hasta el 7,5% actual, no le han hecho ni cosquillas al aumento de la inflación que en el mismo período ha pasado de 2,51% a 8,6%, el nivel más alto en lo corrido de este siglo.¿Cómo es posible, se pueden peguntar, que si han utilizado con tal intensidad su principal instrumento para controlar el aumento de los precios, la inflación no ceda y por el contrario continúe acelerándose?La respuesta es sencilla, y los directores la tienen muy clara: en las minutas de su reunión de junio pasado reiteran que “La inflación se ha acelerado por cuenta de la depreciación del peso, por el fenómeno de El Niño y por la activación de algunos mecanismos de indexación”, es decir por causas atribuibles a la disminución de la oferta (el caso de los alimentos) o a aumento de costos (la devaluación del peso), y no a presiones de demanda. Por eso reconocen que este aumento de la inflación es temporal: “Se espera que en el segundo semestre los choques de los precios de los alimentos y de la depreciación se empiecen a diluir”.De otra parte, en las mismas minutas registran el debilitamiento de la economía mundial y reconocen que el crecimiento de los principales socios comerciales del país será bajo, y que en el caso colombiano el crecimiento probable de este año será del 2,5%, aunque podría llegar a ser tan bajo como el 1,5%.Entonces la pregunta es otra: ¿Por qué si saben que la inflación es de costos y no de exceso demanda, se empeñan en subir las tasa de interés que es un instrumento que solo sirve para frenar el consumo y la inversión, es decir disminuir la demanda? ¿Por qué aceptan el costo de frenar el crecimiento y aumentar el desempleo en aras de contener una inflación que es transitoria? ¿Por qué no esperar a que vuelvan a la normalidad las cosechas agrícolas y dejen de subir los precios de los importados ahora que el dólar ha bajado un poco?De nuevo la respuesta es sencilla, aunque suene extraña para lego en la materia: para controlar las expectativas de inflación hay que mantener la credibilidad de la autoridad monetaria, que se ve amenazada cuando la inflación desborda la meta fijada por la Junta. No importa que el instrumento no sea eficaz o produzca daños colaterales, pues hay que mostrar decisión y fortaleza en el compromiso por cumplir las metas.Los datos de la inflación de junio hacen más difícil el dilema, pues subió de 8,2% a 8,6%. Otra vez son los alimentos los responsables, ahora por los efectos del paro camionero, pues ya acumulan un aumento anual de 14,3%, con alzas tan exageradas como la papa y el plátano (50%), las verduras y hortalizas (38%) o las frutas (31%). Además los indicadores muestran una mayor desaceleración de la economía en el segundo trimestre del año. ¿Será que la Junta insistirá en subir las tasas, aunque al hacerlo no van a bajar esos precios?

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