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Yo le marcho a Cali

Hoy enarbolaremos la bandera blanca en nuestras camisas en son de paz y nos miraremos sincera y francamente a los ojos respetando nuestras etnias, nuestras muchas diferencias y perdonándonos los unos a los otros.

24 de mayo de 2021 Por: Mario Fernando Prado

Hoy a las 10 de la mañana miles de caleños tenemos una cita obligada con nuestra ciudad . Marcharemos desde el Bulevar del Río hasta la Plazoleta Jairo Varela para decirle no a la violencia, provenga de donde provenga y para fundirnos en un abrazo de fraternidad y de respeto que harta falta nos está haciendo.

Le vamos a decir no a la polarización que quiere convertimos en un ring de boxeo, en el que en un lado están los malos y en el otro los buenos y de ahí parten las diferencias que nos están llevando a enfrentarnos entre conciudadanos y entre hermanos que somos quienes respiramos el mismo aire y bebemos la misma agua.

Hoy enarbolaremos la bandera blanca en nuestras camisas en son de paz y nos miraremos sincera y francamente a los ojos respetando nuestras etnias, nuestras muchas diferencias y perdonándonos los unos a los otros.

Hoy será el día de la solidaridad, sin expresiones altisonantes y sin insultos como corresponde a los hijos de la misma tierra y del mismo sol que nos vio nacer. Esta Cali que otrora fuera la ciudad cívica de Colombia, ejemplo de cordura y cordialidad, la capital de la alegría, “donde nadie es extraño ni ajeno” que debe retomar su rumbo y si me permiten, su rumba también.

Sepultemos odios y rencillas. Digamos no más. Pongámonos en los zapatos del vecino, al que necesitamos tanto como el de nosotros. Ya lo pasado, pasó. Miremos para adelante y en un gran acto de perdón colectivo, iniciemos la reconstrucción de la que ha sido y seguirá siendo nuestra casa, que hoy más que nunca urge de nuestra ayuda.

Como lo escribí hace una semana, perdonémonos mutuamente y en un acto de reflexión entendamos que ha llegado el momento de hacer, como dicen, borrón y cuenta nueva. De lo contrario, ahondaremos aún más las diferencias en medio de la soberbia y el orgullo, malos consejeros para el entendimiento.

Con esta marcha silenciosa en la que solo hablarán nuestros corazones, le mostraremos a los violentos que si es posible por el camino de la concordia hacer los cambios y los ajustes que requiere la comunidad.

Hoy es el día de Cali. Con o sin Sebastián. Con o sin bloqueos. Con o sin retenes, pero eso si sin vándalos, balas, piedras, saqueos, heridos y muertos. Escuchémonos mutuamente y lleguemos -repito- a unos acuerdos básicos, poniendo cada uno de su parte y cediendo en muchos aspectos al calor de la racionalidad y la cordura.

Cali necesita volver a sonreír. Necesita volver a bailar . Necesita de las caras optimistas del progreso. Del trabajo honesto y bien pagado de sus artesanos, de sus orfebres, de quienes hacen la noche día para sacar adelante sus ideales. De sus empresarios grandes y pequeños generadores de empleo y bienestar. De los jóvenes que son el futuro. De los gobernantes honestos y de los agentes del orden. Nuestro cielo necesita volver a soñar y que cesen estas pesadillas. Por todo ello y mucho más es que hoy, y las veces que sean necesarias, voy a marchar por Cali, por mi ciudad única e irrepetible.

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