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Uber malos taxis buenos

No estoy en contra de las nuevas tecnologías y aplicaciones que contribuyen a un mejor estar de vida pero siempre y cuando su utilización no perjudique a los demás.

23 de diciembre de 2019 Por: Mario Fernando Prado

No estoy en contra de las nuevas tecnologías y aplicaciones que contribuyen a un mejor estar de vida pero siempre y cuando su utilización no perjudique a los demás. Por ello, lograr un equilibrio entre unas y otros es lo deseable, sobre todo en estos países de tantas desigualdades y tan pocas oportunidades laborales en donde la lucha contra el desempleo es un estandarte que portan la mayoría de los gobiernos.

Y voy al grano: mientras que una sociedad podría vivir sin Uber como medio alternativo de transporte, no podría funcionar sin los sistemas tradicionales de desplazamiento que tienen en los taxis una opción válida en el mundo entero.

Y remato afirmando que por la comodidad de unos pocos, no puede perjudicarse un gremio que lucha por darle de comer a cientos de miles de familias muchas veces en condiciones de inseguridad, peligro y riesgo.

A su vez, la gran mayoría de los uberianos lo tienen como destrabe, es accesorio a sus demás actividades, son inconstantes, y no tienen control alguno.

Por su parte, los taxistas se la sudan para poder trabajar. Empezando porque tener un taxi cuesta un billete largo habida cuenta el cupo, los seguros y demás arandelas y terminando porque lo que cobran a duras penas les alcanza para ‘la entrega’, la gasolina, la lavada y el resto, para ellos soy taxiusuario. Les armo conversa porque son los mejores informados y casi todos resultan amables y a veces divertidos porque son personas de la calle que llaman, además que se conocen las direcciones al dedillo y los atajos para evadir trancones y llegar mas rápido al destino solicitado.

Claro qué hay excepciones jartísimas de carros destartalados, malolientes al igual que sus conductores y no faltan los groseros y los mañosos que le echan clavija sobretodo a las mujeres solas.

Y que les dijera de los Uber que también los he utilizado cada vez menos. En un principio el servicio era excelente, los autos olían a nuevos, ofrecían aguas minerales, aire acondicionado a temperaturas polares, malos para direcciones sí, pero eran respetuosos y responsables.

Últimamente no sé qué pasó pero el servicio se relajó. Los autos se cacharrearon, ya no había la atención de antes y sus conductores manejaban relajados de mucho short y camiseta esqueleto y lo peor, sin saber ni mú de direcciones.

Ello originó que buena parte de los taxistas se pusieran las pilas enlucieran sus pichirilos y aprendieran buenos modales.

No me vengan entonces a decir que Uber no es una competencia desleal al taxismo y concluyo que la Súper está actuando de manera consecuente y acaba de ponerle el tatequieto luego de años de un lleva y trae en torno a su legalidad, lo cual ya fue apelado y como mínimo se llevará un año hasta que se produzca el fallo final que dirá la última palabra.

Pero lo cierto es que Uber tiene las barbas en remojo y la guillete le está soplando la nuca...

PD: Como decían en Popayán, “Felices pascuas y Próspero calvache”.

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