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Ojo con La Delfina

No quiero ser ave de mal agüero, pero creo que es importante prevenir acerca de lo que -Dios no lo quiera- se está cocinando en las cercanías de Buenaventura en el corregimiento de La Delfina, de grata recordación...

1 de abril de 2019 Por: Mario Fernando Prado

No quiero ser ave de mal agüero, pero creo que es importante prevenir acerca de lo que -Dios no lo quiera- se está cocinando en las cercanías de Buenaventura en el corregimiento de La Delfina, de grata recordación para el esparcimiento y solaz de los vallecaucanos.

Sucede que desde hace varias semanas se ha venido fortaleciendo en ese sitio una minga a instancias de las comunidades indígenas que han establecido una creciente concentración para analizar, discutir y exigir -por las buenas hasta ahora- al Estado lo que creen que les pertenece, los derechos que les asisten y toda suerte de temas ideológicos y políticos.

Hace menos de dos semanas en una concentración vecina al municipio de Dagua hubo una pavorosa explosión que dejó 9 muertos, entre ellos un estudiante de último año de arquitectura de la Universidad del Valle y un número indeterminado de heridos, tema sobre el cual se ha tendido un sospechoso silencio y nada se volvió a saber.

Dicen que quienes allí llegaron estaban de paso rumbo a La Delfina, a donde han seguido llegando chivas y más chivas atestadas de gente incluyendo mujeres y niños provenientes del sur y del eje cafetero y que ya están instaladas a la espera de que papá gobierno les resuelva sus pretensiones. En esta negociación, por llamarla de alguna manera, ha estado pendiente y presente la gobernadora Dilian Francisca Toro, tratando de evitar que lo que allí se está fraguando pase a mayores.

¿Y qué sucedería entonces? Que luego de esta calma chicha se rompan las conversaciones, se levanten de la mesa, se acabe la negociación y se Tomen (con mayúsculas) la carretera.

Quedarían entonces todo el Occidente y la Costa Pacífica perfectamente bloqueados por un movimiento permeado hasta los tuétanos por quienes tienen la maquiavélica consigna de desesperar a millones de personas, caotizar el ambiente, generar el caos y desestabilizar al país.

Y esa es la trampa que nos están tendiendo los anarquistas, aprovechando en este caso los movimientos indigenistas y siguiendo con otras estrategias en las que el petrismo, el Eln, los ex-Farc y la ultra-izquierda, entre otras, están haciendo sus apuestas.

Ha prometido el gobierno que no permitirá un taponamiento más en nuestras carreteras, luego de que lo cogieron con los calzones abajo en la Panamericana por no haber militarizado a tiempo la vía, evitando así la toma criminal que padecen millones de compatriotas del Cauca, Nariño y Putumayo y cuyos efectos ya se sienten en nuestro departamento.

La toma de la carretera al Pacífico sería pues la tapa de la olla habida cuenta que el sur ya está paralizado. ¿No será que la vice Marta Lucía Ramírez es capaz de desenredar la madeja?

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PD: “Nos sentimos humillados, ultrajados y secuestrados por un grupo de indígenas que apoyados por terroristas y políticos inescrupulosos y oportunistas, creen tener derechos tan absolutos que para exigirlos violentan y desconocen los más elementales y universales derechos de todos los demás”, apartes de la carta de Eulalia Castrillón Simmonds firmada ya por decenas de miles de payaneses.

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