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Murió la ‘Pelabolsillos’

Rodeada del olvido y la indiferencia de quienes la conocieron y hasta la padecieron y disfrutaron, entregó su alma al creador esa otrora provocadora mujer.

13 de enero de 2020 Por: Mario Fernando Prado

Rodeada del olvido y la indiferencia de quienes la conocieron y hasta la padecieron y disfrutaron, entregó su alma al creador esa otrora provocadora mujer de quien se decía que cuando caminaba por la Plaza de Cayzedo, su taconeo se escuchaba en San Nicolás y que a su paso era siempre objeto de dos tipos de comentarios de quienes la repudiaban así la saludaran y de quienes la pretendían morróngamente, habida cuenta su despampanante exuberancia.

Precisamente por esto último volvióse irresistible, siendo lo único que la derretía las abultadas billeteras, los bienes de fortuna y una dolce vita muy a su manera con espléndidos cruceros Pasto-La Cocha-Las Lajas o La Bocana-Juanchaco-Ladrilleros, siempre acompañada de septuagenarios que le entregaban ahorros y pensiones a cambio de lujuriosas noches de frustrados e impotentes pecados.

Como en la famosa canción de Helenita Vargas -María de los guardias- todo indica que se pasó al papayo o al anfiteatro más de cinco batallones gracias a los cuales logró amasar una modesta fortuna volviéndose prestamista y haciendo del agio su forma de vivir.

Todo ello lo consiguió con el contoneo de sus caderas y con una habilidad succionadora que le valió el remoquete de ‘la osterizer’ y no sé si me explico.

Pero fueron sus damnificadas las que la bautizaron como ‘La pelabolsillos’, apodo al que le hizo honor porque todos los que recibieron sus favores terminaron pelados porque le escrituraron casas, lotes y locales para en sociedad con su concubino del momento, poner la platica a trabajar al 10 y todo tan por debajo que cuando le iba a reclamar el tumbado el capital o los intereses no tenía prueba alguna de haberle entregado el producto de años y años de trabajo.

La Pelabolsillos se ganó el odio de familias enteras a las que les devolvía cuando no el cadáver aún sin enfriar , el jumento que explotó ya en artículo mortis, teniendo listas sus próximas víctimas a las que les hacía cola así ya estuviera tan decaída como sus pechos que jamás amamantaron hijo alguno.

Pero como los años no perdonan, a La Pelabolsillos le llegó la vejez el día menos pensado y por más que iba a los lugares esos donde pagan las pensiones, poco o nada era lo que conseguía porque la competencia de carnes frescas y lozanas solo le dejaron el ripio representado en viejos incontinentes y tembleques.

En esas noches de frío y de duro cierzo invernal, cansada ya de lidiar el incumplimiento, las mentiras y las malas pagas, recogió lo que pudo salvar -porque se le comenzaron a olvidar los nombres de sus deudores- y se metió al prestamismo legal.

Toda su fortuna cayó en esos sitos que le ofrecían el mísero 2% mensual y oh paradojas de la vida: perdió menos cuando le aplicaba el naciente gota a gota a su selecta clientela que en ese lugar que le pagó con creces su activar pasado: a ella también le pelaron sus bolsillos dejándola en la inmunda.

Su escasa familia a la que siempre despreció, nunca acudió a verla porque sabía además que no le quedaba nada, al igual que sus escasas amistades y ni decir de sus fortuitos amantes a los que también desplumó sin consideración alguna.

“Sola, fané y descangayada” murió hace unos días la otrora diva y sensual Pelabolsillos. No hubo quien la llorara ni tuvo quien le cantara. Tan solo se escuchó por alguna parte una frase lapidaria: buena muerta a esa vampira.

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