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Jenaro Chamorro

Después de haber deambulado por varios colegios, siendo el penúltimo el de Lacordaire de donde fui justamente expulsado por urdir un plan siniestro contra el profesor Carlos Morán.

21 de septiembre de 2020 Por: Mario Fernando Prado

Después de haber deambulado por varios colegios, siendo el penúltimo el de Lacordaire de donde fui justamente expulsado por urdir un plan siniestro contra el profesor Carlos Morán que nos enseñaba francés con acento pastuso y faltando dos meses para terminar el quinto de bachillerato que lo llevaba perdido, nadie daba un centavo por mí.

Sin embargo mi hermano Gabriel, entonces estudiante de Derecho en la Santiago, habló con su profesor Jenaro Chamorro quien le recomendó fuera a hablar con su padre del mismo nombre y a los tres días de echado ya era alumno del Colegio de Nuestra Señora del Pilar en donde no solo gané quinto sino que me gradué con esmoquin alquilado e hice el anuario del colegio el cual conservo como un auténtico tesoro de mi juventud y que fue mi inicio en el mundo del periodismo y la publicidad.

Mis compañeros fueron quienes habían botado de otros colegios y uno que otro bombillo que llamábamos a los más aplicados -o nerds de hoy en día- y, curiosamente, esos mal llamados desahuciados fueron cambiando milagrosamente y fueron muchísimos los que se, perdón, nos salvamos y nos volvimos hombres de bien.

Y eso tuvo nombre propio: el doctor Jenaro Chamorro Sánchez (1931-2020) que supo cómo encarrilar a cientos de jóvenes a los que les ayudó a encontrar su camino. Sus clases eran una fiesta de la inteligencia y con él aprendimos a descubrir las verdades verdaderas de la vida.

“Yo no valoro a un estudiante por sus respuestas sino por sus preguntas”, nos dijo una vez utilizando una pedagogía alejada de los rigorismos y las intransigentes normas acartonadas del dos más dos son cuatro y punto.

Pasados más de cincuenta años de haber salido del Pilar, los condiscípulos de esa camada nos seguimos encontrando casi a diario en una camaradería excepcional y todo porque hubo una persona que creyó en nosotros y nos enseñó a valorarnos a nosotros mismos, elevándonos la autoestima y a desoír a quienes decían que el Pilar era un colegio de cafres.

Jenaro Chamorro dejó una huella imborrable como educador en Cali.
Fue profesor de filosofía e historia en la Universidad del Valle, de derecho en la Universidad Santiago de Cali, dos veces decano de la facultad de derecho de la Universidad de San Buenaventura, miembro de la Academia de Historia del Valle del Cauca además de autor y editor de numerosas obras, ejerció como abogado y presidió el Centro Español durante varios años.

Después de siete décadas de labor educativa, regresó a su madre patria con su esposa Quini y sus seis hijos en donde creó la Asociación Adaima que a través de la autoridad pública de la Comunidad de Madrid y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ha facilitado que muchos niños colombianos hayan sido adoptados en España.

Jenaro falleció el pasado 16 de este mes dejando además de sus once nietos, un gran vacío en los corazones de quienes fuimos sus desaventajados alumnos.

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