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Gastronomía en la niebla

Los buenos fogones no están solamente en Cali y por los lados del Sur y del Norte en donde el calor es a veces insoportable, sino que existe también la oferta gastronómica de Dapa.

2 de marzo de 2020 Por: Mario Fernando Prado

Los buenos fogones no están solamente en Cali y por los lados del Sur y del Norte en donde el calor es a veces insoportable, sino que existe también la oferta gastronómica de Dapa, las pizzerías subiendo a Cristo Rey y los restaurantes y estaderos en la Carretera al Mar, que son opciones que cada vez cobran más importancia.

En la Carretera al Mar por ejemplo, hay ya una docena de restaurantes que vale la pena visitar y que ofrecen un saludable aire acondicionado natural, que con el correr de las horas se convierte en un delicioso frío acompañado de la niebla que envuelve el ambiente de manera sin igual.

El primero de ellos fue sin duda el desaparecido Pieper, en el kilómetro 18, en donde ofrecían unos deliciosos pasteles de carne, tema del que ya habló el pajarraco. Vino después Miyako en el kilómetro 12, de gratísima evocación por su comida china -a pesar que su dueño Miguel Hinami era japonés- y sus rechupetudas muelas de cangrejo que servía en unas tremendas escudillas.

Apareció luego el Estadero Martha en el kilómetro 15 que con el tiempo se convirtió en La Cabaña, famoso porque allí se perpetró el insólito secuestro del kilómetro 18 por parte de una guerrilla sanguinaria, delito que dio la vuelta al mundo.

Ya en manos de Marco Ovidio el hijo de doña Marta, este adquirió un viejo chocolateadero llamado El Rancho de Yo, de propiedad de Carlos González Gómez, en donde construyó tremendo restaurante de comida típica en el que caben más de doscientos paladares, quedando el viejo local en manos de su hija, bautizado cariñosamente como La Cabañita.

No olvidemos el Sancocho de Ginebra de Ana Doris Rojas y en frente el desaparecido Estadero Los Pinos del inolvidable don Luis y en donde funciona actualmente el Restaurante Marconi, célebre por su comida italiana y las tertulias musicales que organiza su dueño Francesco Marconi.

Y como al que no quiere caldo se le dan dos tazas, más arriba esta Mamma Mía, otro restaurante italiano de Fabio Marconi que ofrece una exquisita carta con especialidades gourmets de la cocina italiana.

Al lado de este último hay otro restaurante de comida típica, La Embajada de Ginebra. Muy cerca de allí funcionó Los Ranchos de Juan Manuel Gómez (qepd) ubicado en un sitio maravilloso y que desafortunadamente cerró sus puertas.

Llegando al 18, y en la casa que fuera de Don Anatolio Ramírez el de Aliños el Gaucho, esta Jhon’s restaurante bar, con comida internacional, servicio de catering y sus afamados rodizios. Y ya en el 18, rumbo a La Elvira, La Neblina que le hace honor a su nombre.

El último restaurante en inaugurarse fue Pita Majita, sucursal del de Cali que prepara delicias árabes.

Y hasta aquí este rápido recorrido, en el que me que quedan faltando los restaurantes del 18 para abajo, en donde existió por años La Aldea Suiza, lugar en que se fraguaron varios romances de nuestra ya lejana juventud y que guarda secretos de hace más de medio siglo, que todavía se aparecen cual fantasmas en medio de la densa niebla y los cómplices silencios.

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