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Felicidad por metros

La oí -o la escuché, doctor Mimillo- y no lo podía creer. Y la volví a oír o a escuchar y lo pude comprobar.

11 de septiembre de 2017 Por: Mario Fernando Prado

La oí -o la escuché, doctor Mimillo- y no lo podía creer. Y la volví a oír o a escuchar y lo pude comprobar. Hasta dónde hemos llegado en la seducción publicitaria, en el engaño propagandístico del que son víctimas los llamados consumidores, en la forma como traman a la gente para vender un producto de manera descarada utilizando los elementos que sean porque el fin justifica los medios.

La Constructora Bolívar de aquí de Cali, que pertenece al mega grupo de su mismo nombre y seguramente a las espaldas de la dirección central de la empresa, anda cacareando una cuña radial para vender no sé qué proyecto inmobiliario con un texto que dice, palabras más, palabras menos, que la felicidad se mide por los metros cuadrados de una vivienda y que ellos ofrecen tantos metros de felicidad en sus casas o apartamentos de un proyecto de vivienda popular.

¿Habráse visto mayor desfachatez? ¿Mayor descaro? ¿Mayor engaño? Y lo peor, proveniente de una empresa que ostenta el nombre de nuestro libertador, que organiza además los impolutos Premios Nacionales de Periodismo, que es modelo de responsabilidad social y tiene un reconocimiento como aseguradora -entre otras cosas- del más alto nivel.

Que semejante exabrupto lo hubiera perpetrado una constructora de garaje o pirata, condenable también, pero que lo haya hecho la Constructora Bolívar, ¡por favor! Ignoro quién fue el genio creativo que se craneó semejante ultraje, que me recuerda cuando le dio a mis colegas por utilizar inocentes niños para promocionar cualquier baratija y les cayeron encima, con razón.

Pero ahora, llegar a estos extremos de medir la felicidad por unos pinches metros cuadrados sí es la tapa de la olla y debería tener una sanción así fuera moral, porque no hay derecho a utilizar un concepto tan sagrado como es la felicidad para hacer creer que esta depende -repito- de los metros cuadrados de una vivienda.

Si así fuera, los ricos serían súper felices y vayan a ver lo que en la realidad sucede muchas más veces de lo que se cree, que a mayor fortuna, mayor tristeza y que hay personas que viven en casometros de mil y más metros totalmente infelices, víctimas de la depresión y las frustraciones.

Como publicista que he sido por más de cuarenta y cinco años, elevo mi airada voz de protesta contra atentados como este que desorientan a los consumidores y les pintan paraísos mediante mentiras que de tanto repetirlas terminan convenciendo a más de un incauto que cae en la trampa.

Una vivienda propia tiene muchas maneras de promocionarse pero ante todo hay que respetar a quienes van dirigidos los mensajes como norma mínima de ética profesional.

Como pienso que habrá quién diga que estoy respirando por la herida porque no me gané el negocito, pueden comprobar que jamás he pasado propuesta alguna a esta constructora y que no conozco ni de vista a sus directivas que se dejaron meter un gol imperdonable.

¡Fuera del aire esa cuña!

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