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El señor de las flores

Lo cierto es que él solito y de su propio bolsillo está enluciendo una vía, protegiéndola además de los invasores, que ya no caben desde la portada al mar al susodicho retén, que ni es forestal ni menos ambiental...

1 de julio de 2019 Por: Mario Fernando Prado

La primera vez que lo vi pensé que era un galán de telenovela mexicana: todo de blanco hasta los pies vestido -incluyendo los ‘quesos’ de igual color que exhiben una espantosa vejez-, pelirrojo, ojiclaro y conduciendo un camionetón Mercedes 500.

“¿De dónde salió este hombre?”, le pregunté a mi amigo con apellido de telegrama -Pacho Marconi llama él- y me dijo que se trataba de una persona muy curiosa que andaba con la idea de sembrar flores en un tramo de la carretera al mar comprendido desde el retén forestal hasta el kilómetro 18.

Me interesó conocerlo, pero antes pedí referencias de quién diablos era ese raro palomo porque como dicen, “una nunca sabe”. Y oh sorpresa, el pintoresco personaje resultó ser miembro de una familia dedicada a la construcción de vivienda económica y sin antecedentes rarófilos.

Este personaje es Hernando Betancourt y tiene en Santander de Quilichao el gigantesco vivero El Paraíso en donde cultiva miles de resucitados, rosales, veraneras, amarantos y otras variedades de plantas de flores que ha ido sembrando a lado y lado de esos once kilómetros, lo cual también ha hecho en varias ciudades del mundo, iniciativa que inició para honrar la memoria de su padre.

Con personal de la Policía, el Ejército y cientos de voluntarios, Hernando está dedicado a esta labor que incluye, no solo la preparación del terreno y el abono necesario, sino además el riego y mantenimiento de cada una de estas plantas y no es raro topárselo cualquier día a cualquier hora dedicado a tan caros menesteres con una cuadrilla de sus trabajadores.

Mil veces me ha repetido que no espera obtener ganancias secundarias de su altruista labor, ni quiere ser obispo o pastor, ni menos concejal, diputado o director del Dagma o de la CVC o cualquier otro cargo que tenga que ver con el medio ambiente y que solo quiere dejar nuestro planeta mejor de lo que lo encontró.

Lo cierto es que él solito y de su propio bolsillo está enluciendo una vía, protegiéndola además de los invasores, que ya no caben desde la portada al mar al susodicho retén, que ni es forestal ni menos ambiental, y donde la autoridad de lunes a sábado no se ve ni en las curvas.

Aunque se han presentado robos sobretodo de matas de rosas, Betancourt no desfallece y no tiene inconveniente en repetir su siembra, fiel a su consigna de volver este tramo la carretera de las flores.
Por otra parte y no contento con lo que está haciendo, sembró en días pasados miles de guayacanes rosados por los lados de Centroempresa. Allá llegó con su camión, sus trabajadores y voluntarios y se puso manos a la obra.

Quienes se ocupan de criticar y criticar -mea culpa- harto tenemos que aprender de este ‘Señor de las flores’ que nos está dando una lección de civismo y berraquera. Los invito a que observen y admiren esta maravilla.

                                                                             ***

Posdata: Y mientras tanto, aún no se ven señales del inicio de la obra -antecito del mencionado retén- en donde se fue al abismo la mitad de la calzada. ¡Ya llevamos quince días desde que se anunció esta reparación y nada!

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