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El día de los muertos

No me refiero al 2 de noviembre cuando se celebra en México el ‘Día de los Muertos’ con unas originales ceremonias entre paganas, católicas y macabras, con toda suerte de hechizos y brujerías, en las que se honra la memoria de familiares y personas fallecidas.

7 de mayo de 2018 Por: Mario Fernando Prado

No me refiero al 2 de noviembre cuando se celebra en México el ‘Día de los Muertos’ con unas originales ceremonias entre paganas, católicas y macabras, con toda suerte de hechizos y brujerías, en las que se honra la memoria de familiares y personas fallecidas.

Me atrevo a llamar así a un día que debería ser sagrado, inundando los corazones de amor, gratitud, reconocimiento, alegría para unos y tristeza para otros y las mejores expresiones hacia ese ser que nos dio la vida, presente o ausente.

Y es que el publicitado Día de la Madre cada vez se aleja más de ser una fiesta familiar, de unión y reconciliación. Se ha convertido sobre todo en una celebración mercantilizada en donde como en cualquier Noche Buena prima la regaladera, la comezón y la bebeciña, en medio de las carreras y el atafago angustiante de anfitriones e invitados.

Pero lo peor no es eso. Lo más grave es que estamos pasando del día de la vida, al día de los muertos. Tristemente nos lo dicen las estadísticas.

Esas 24 horas que dura el Día de la Madre son las más sangrientas del año, en las que hacen su agosto además, las funerarias que no demoran en promover sus servicios con tarifas especiales o con combos y demás extravagancias comerciales.

Para este domingo están encendidas las alarmas en clínicas y hospitales y hasta se contratan supernumerarios por la avalancha de personas lesionadas, contusas, acuchilladas, plomonizadas, veladas y sepultadas.
¿A qué se deben estas expresiones de violencia en las que el alcohol se convierte en factor determinante?

¿Qué es lo que les pasa a ciertas personas que en esa fecha tan especial les afloran unos sentimientos de rencor, venganza, odios reprimidos y enceguecidas la emprenden contra personas ajenas a sus desahogos?
Incluso hay familias enteras que se pelean, amistades que se rompen, matrimonios que hacen crisis. Se pasa de los abrazos a las trompadas, de los besos a las puñaladas, de las serenatas a las balaceras, de los te quiero a los te odio.

En fin, es un día repleto de contradicciones. Sin embargo, nada se hace y los resultados son cada vez más y más escabrosos. Al punto que hay un movimiento que está proponiendo acabar con este día.

Sin llegar a esos extremos y con profundo respeto por San Fenalco, yo sí creo que de los miles de millones que gasta, o mejor que invierte, el comercio en esta celebración para vender los productos más disímiles para las mamás, debería destinar un pequeño porcentaje para invitar a que esta celebración sea pacífica y solidaria, respetuosa de los demás, exenta de hechos de violencia, convidando a todos a la reconciliación y al perdón -tema que está tan de moda en otros estadios- y a realizar verdaderos actos de amor y de concordia.

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