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Despotismo burocrático

Está haciendo carrera entre los llamados técnicos-apolíticos el importaculismo frente a las observaciones y críticas que les hacen los ciudadanos de a pie, entre los que están quienes eligieron a sus jefes.

20 de mayo de 2019 Por: Mario Fernando Prado

Está haciendo carrera entre los llamados técnicos-apolíticos el importaculismo frente a las observaciones y críticas que les hacen los ciudadanos de a pie, entre los que están quienes eligieron a sus jefes.
“De candidatos así y de gobernantes asá”, comentó una ciudadana que dice estar decepcionada de haber depositado su voto por quien antes era todo oídos y ahora ha delegado las explicaciones a funcionarios que no les interesa la opinión pública ni lo que diga Juan Pueblo porque creen tener la razón y los demás “que se jodan”.

Tales actitudes contrarían notoriamente la cercanía de quien está poniendo su popularidad y aceptación en manos de funcionarios con horario de oficina, subalternos totalmente anónimos y lo peor, a espaldas de la opinión pública.

Los tecnócratas están muy lejanos a las prácticas de dar la cara. Es lo que ellos en su infinita sapiencia y sabiduría determinan lo que es mejor y seguramente están en lo cierto. Pero les falta un pequeño detalle: explicar sus determinaciones y convencer de la conveniencia de sus acciones.

El manejo de la cosa pública está muy distante de las actuaciones de los funcionarios de las empresas privadas en donde son posibles los autoritarismos y el no compartir decisiones. Es así y punto y al que no le gusto, que se vaya al carajo.

El despotismo burocrático, en manos de unos omnipotentes de esos que se las saben todas, es el peor enemigo de un gobierno y se convierte en un aislante entre los gobernantes y los gobernados.

Eso de encriptarse en una oficina, no recibir llamadas y menos devolverlas por ejemplo, es inconcebible para un funcionario público y más aún, no tomarle el pulso a la gente, desconocer sus inquietudes, pasar por encima del “qué dirán” y encostrarse creyendo -repito- que se posee la verdad revelada.

Quienes están prestando un servicio a la comunidad, bájense de la nube que no son ejecutivos del Banco Mundial ni ‘novamases’ de la OIT: son empleados públicos que reciben su salario de los impuestos que pagan los contribuyentes.

Mirar a los ‘gobernados’ por encima del hombro. Ser despreciativos con la gente. Tratar incluso a los contradictores como retrasados mentales y manifestar en privado que están mamados de tanto imbécil y que es hora de salir de aquí, es una postura inadmisible.
Así que a cambiar de actitud, a dejar ese despotismo burocrático y a no hacer quedar mal a quien les nombró, que harto esfuerzo le costó llegar hasta donde está.

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Posdata: Ahora que Popayán nuevamente se quedó sin Alcalde y van a volver a presentarle al gobernador una terna, deberían incluir nuevamente a Juan Carlos Orobio quien solo alcanzó a estar un día en esa posición y restituir el mal que le causaron.

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Posdata 2. Siguen los rompecalles haciendo de las suyas. Las inmediaciones de la Estatua de Belalcázar están peor que hace tres semanas cuando el pajarraco denunció que una obrita que ya va para ocho meses no se ha podido finiquitar. De nuevo dicen que hay que hablar con ‘el ingeniero’.

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