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Canciones insufribles

Y a mí que me gustaba esa canción que dice “es un buen tipo mi viejo”, me llevé una ingrata sorpresa.

19 de junio de 2017 Por: Mario Fernando Prado

Y a mí que me gustaba esa canción que dice “es un buen tipo mi viejo”, me llevé una ingrata sorpresa. Aquella melodía que hizo famosa Piero la detestan quienes debían dedicársela a uno pues la encuentran insufrible, mamona y de ancianato. Me sucedió el domingo, Día del Padre, en que la pergeñé en el piano pensando que iba a poner a llorar a la concurrencia y ni le pararon bolas los unos, y fui reprendido procazmente por otros que me hicieron interrumpirla cuando ya estaba a punto de lagrimear.

“Ándate para el Cottolengo” fue lo menos que me gritaron y entonces, y frente a semejante descalificación, opté por preguntar qué otras canciones detestaban para no torturarles más los oídos (estoy hablando de un público entre los 40 y los 70 años), y he aquí el top de las melodías que ese ‘target’ no se resiste.

Campeona, El camino de la vida, que la tocan y la retocan en cada serenata dedicada a personas de la tercera edad. “Es lo más dramático y cursi que he escuchado” me aseveró una cuarentona. “La odio” concluyó diciendo, opinión a la que le hicieron eco la mayoría de los presentes.

Luego llovieron rayos y centellas contra Las Acacias, esa que empieza con “ya no vive nadie en ella”. Yo no sé por qué le tienen tanta bronca si además es la narración acerca de una casa abandonada que está exhalando su último suspiro.

Por allí alguien gritó que Los Cisnes -canción de mi tía Maruja Qepd-, y se ensañaron a criticarla y despedazarla siendo que es un bambuquillo tierno y triste que cuenta la historia de dos cisnes que mueren en manos de un cazador y con un final a manera de epílogo que reza: “Mujeres y hombres que escuchan la historia y aman cual los cisnes, cual ciega pasión: serán sus hogares un templo sagrado donde se comulga con hostias de amor”. ¿Que qué tiene que ver eso con los cisnes? Lo ignoro, pero no era para tanto.

Y le llegó el turno a De regreso a mi tierra, y ahí sí me paré en la raya: ¡Respeten carajo! Les espeté. Es uno de los bambucos mas icónicos de nuestra música colombiana. Casi un himno nacional, les vociferé. Y aunque logré conmover a unos pocos, la mayoría le pusieron ‘botón de perro’. “Estamos hasta la coronilla de esa canción”, comentaron al unísono.

¿Y saben cuáles otras entraron a formar parte del top de las indeseables? Pues aférrense: La potra zaina, inmortalizada por Gerardo Arellano. “La oigo hasta en la sopa”, gritó una ‘cuchibarbie’ de quien yo pensé que debido a su edad, la tenía entre sus preferidas y no. Y entonces casi todos y todas dijeron que ya le había pasado -a la canción- su cuarto de hora.

Y la otra, agárrense de las manos: My way, emblemática melodía que dicen se la robó Paul Anka a un anónimo compositor francés y le puso la letra que conocemos, y que la interpreta magistralmente Frank Sinatra. “Se volvió canción de entierro”. “No hay misa en que no la canten, además con una traducción nada que ver con el difunto”, fue lo menos que alcancé a escuchar, a punto del aturdimiento total.

Exhausto y aburrido de escuchar tantas sandeces les pregunté entonces lo que les gustaba y me han salido con unos ilustres desconocidos -sólo recuerdo a Juanes y a Shakira- y unos tales vallenatos, esos sí insufribles, que antecedieron a la irrupción de un mariachi que empezó con El rey y terminó con “Y volver, volver, volveeeeer”, comprendiendo -ya muy tarde- que había estado en el lugar equivocado. Así que me fui con mi música a otra parte.

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