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Movilidad: responsabilidad de todos

Así mismo, se debería tener como norte que estas alternativas sean lo más limpias posibles en términos de emisiones y ruido. Lo anterior no se logra con el desorden en el que estamos viviendo.

1 de marzo de 2022 Por: María Isabel Ulloa

Aunque a un ritmo bastante lento, cada día se ven más intersecciones con semáforos y buena parte de las estaciones del MÍO están siendo reparadas. Sin embargo, los caleños nos hemos tenido que acostumbrar a convivir con el transporte ilegal por toda la ciudad. Estamos rodeados de colectivos que en ocasiones circulan por rutas no autorizadas para ellos y ‘motoratones’ que no acogen las normas de tránsito y han instalado sus propias estaciones en buena parte de la ciudad. Adicional a ello, persiste la invasión de los carriles exclusivos del MÍO y la agresión a los buses. La desobediencia en materia de tránsito es casi generalizada y la autoridad de los agentes se ve constantemente burlada.

Muchos argumentan que estas son las consecuencias de un mal sistema de transporte, que ofrece una calidad muy deficiente y que no tiene las suficientes troncales ni los alimentadores que movilicen a los ciudadanos desde sus hogares hasta sus lugares de trabajo. La encuesta de percepción ciudadana Cali Cómo Vamos refleja que el MÍO es el medio que tiene mayor insatisfacción por parte de los usuarios (66%), seguido por el bus, buseta o colectivo (45,5%) y a pie (39%). Los que tienen menor insatisfacción son el carro particular (11,3%) y la moto (14,6%).
Este descontento con los medios de transporte es más alto en personas con nivel socioeconómico bajo y se acentúa aún más en las mujeres.

Otras opiniones argumentan que al final, el transporte ‘alterno’ ha generado autoempleo que no se puede perder. Sin embargo, como sociedad debemos repensar el problema y reenfocarnos en lo importante haciendo énfasis en el interés general.

La movilidad de una ciudad puede ser un factor de equidad y un motor de la calidad de vida de las personas, o uno de desigualdad y segregación, según como se maneje. Por esto, brindar alternativas rápidas, asequibles y seguras para el transporte debería ser central en la agenda de cualquier gobierno local y regional. Así mismo, se debería tener como norte que estas alternativas sean lo más limpias posibles en términos de emisiones y ruido. Lo anterior no se logra con el desorden en el que estamos viviendo.

Nos guste o no y aún en medio de sus grandes deficiencias, el MÍO es nuestro sistema de transporte y es, además, la columna vertebral de cualquier sistema regional, como por ejemplo el Tren de Cercanías. Las consecuencias de la pandemia y de la vandalización de estaciones son claras: de acuerdo con la Encuesta de Transporte Urbano de Pasajeros del Dane, en el área metropolitana de Cali el promedio mensual de vehículos en servicio del Sitm-MÍO tuvo una reducción del -24,5% en 2021, pasaron de ser 715 vehículos movilizados en 2020 a 540 en el 2021.

La sostenibilidad del MíO está en juego y ¡No lo podemos perder! Las autoridades deben enforcarse en sacarlo adelante. Se deben implementar estrategias para fortalecer los ingresos, generar mayores eficiencias en los costos de operación, mejorar la integración y restructuración rutas, y robustecer la infraestructura. Reparar todas sus estaciones rápidamente es una obligación. Así como impartir más autoridad en el cumplimiento de las normas de tránsito y ponerle orden al transporte ilegal, dándole alternativas reguladas a los ciudadanos que brinden calidad y seguridad en el servicio. Los ciudadanos también debemos asumir nuestra responsabilidad en este desorden, campañas de cultura ciudadana con este fin, deben ser una prioridad. Necesitamos una agenda de ciudad en esta materia, con acciones de corto y mediano plazo. La movilidad es responsabilidad de todos.

​*Directora de Propacífico
Sigue en Twitter @MariaIUlloa