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Una insumisa empoderada

Colombia no conoce voces como éstas, auténticas y libres. Las llaman groseras por ser directas y claras.

24 de marzo de 2022 Por: María Elvira Bonilla

Impacta ver a Francia Márquez, aquella muchachita negra que se hizo al lado de su mamá en la luchas contra la represa de la Salvajina en el Cauca, empoderada como fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro, el candidato que lidera las encuestas presidenciales. Allí, con sus atuendos vistosos diseñados por Esteban Paz, nacido en Buenaventura, con los que busca rescatar colores, patrones y dibujos en las telas que remiten al África, la tierra de sus ancestros esclavizados en Occidente, con las que claramente el diseñador, también afro, busca arraigarla, diferenciarla, y no asimilarla a los clichés de moda imperantes.

La presencia de Francia Márquez, imponente por su volumen e indumentaria, es un elemento más de una acción afirmativa que tuvo eco en el país con la abrumadora respuesta de 780 mil votos que logró en la consulta del Pacto Histórico. La suya pareciera haberse convertido en la voz de miles de los cinco millones de negros, a quienes ella con razón llama “los nadie” y a quienes busca darles rostro, visibilizar.

Un volumen de sufragios que quebró la arrogancia de Gustavo Petro, que estaba preparado para ponerle conejo y se vio forzado a convertirla en su fórmula privilegiándola sobre su cálculo electoral de cara al Partido Liberal en cabeza de César Gaviria, cuyo coqueteo fue inocultable. El expresidente en su lógica de apoyar al mejor postor de cuotas burocráticas atadas a los manejos contractuales tenía la puerta abierta hasta que la altivez de Francia Márquez le dio el puntillazo a la alianza en ciernes; dejó en claro que ella no sería hueso duro de roer y que para Gustavo Petro no sería fácil alienarla con la retórica de lo políticamente correcto, babas que se ahogan en los discursos de campaña. En síntesis que la caucana no sería fácil de instrumentalizar.
Y por esto llama tanto la atención su talante, en medio de tanta abyección con el poder. Tiene la fuerza de los insumisos. Una rebelde contra las formas tradicionales del poder, producto de la doble exclusión que ha vivido como mujer y como negra; una historia que mantiene viva y que recuerda con brío, y sin concesiones; con la irreverencia que mostró frente a Gaviria, el jefe a que sus subordinados políticos le rinden pleitesía por el poder del bolígrafo y los avales.

Colombia no conoce voces como éstas, auténticas y libres. Las llaman groseras por ser directas y claras. Los negros que acceden al poder suelen terminar asimilados como borregos a sus jefes, mansos; aprendices de vicios y de prácticas indeseables, tantas veces corruptas, que con aprovechan con cinismo los efímeros días de gloria. Caso típico es el de Juan Carlos ‘el Negro’ Martínez, quien se autodestruyó entre el paramilitarismo y la corrupción, quien ahora resucita a través de su hija Lina de 26 años, a quien logró volver representante por la circunscripción afro para preservar un poder con el que nuevamente traicionará a su gente en el Pacífico.

Como él, son muchos los que llegan al poder con las mismas mañas que cualquier político y lo utilizan para sus ambiciones personales, para enriquecerse. Olvidan sus orígenes, le dan la espalda a las urgencias de la gente que dicen representar y a las que se deben. Vergonzantes de su pasado, se transforman en arribistas y lambones, una enfermedad que ojalá no contagie a Francia Márquez.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla