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SOS por la política

Pareciera que el día en que se logrará ver renacer la política como un ejercicio dignificante cada vez está más lejano.

16 de agosto de 2018 Por: María Elvira Bonilla

En medio de la decepción por los políticos colombianos –mas no por la Política (con P mayúscula) que comparto con la mayoría del país-, me topé, revisando en la biblioteca de libros clásicos armada por mi padre, con un incunable Gotas de tinta del antioqueño Luis Tejada. Uno de los grandes referentes del periodismo en Colombia.

Vivió tan solo 26 años tras terminar contagiado de sífilis y tuberculosis en una de sus correrías de reportero por la Costa y dejó un solo libro con una selección que alcanzó a hacer de sus notas que aparecieron publicadas en El Espectador y El Sol (subvencionado por el general liberal Benjamín Herrera) entre 1921 y 1924. Su estilo tan directo como reflexivo e independiente abrió un camino en el periodismo no solo de la época, usualmente militante, sino que marcó pautas hacia adelante.

Tanto que su reflexión sobre la antipolítica, aunque escrita en los años 20, tiene toda la pertinencia casi un siglo después en un esfuerzo por rescatar el ejercicio de la política cuando esta ha caído en un pozo profundo.

Esto dice Luis Tejada: “Qué idea pondrán tener de la vida colectiva quienes predican contra la política y sostienen que lo importante es producir riqueza, hacer prosperar materialmente al país y que no es necesario intervenir en política, pues según ellos, el buen ciudadano debe alejarse de las luchas partidistas. Su ideal de ciudadano parece que es el hombre útil y apolítico: la máquina ciega y sorda que produce plata.

Lo anterior, sin exagerar es una propaganda barbarizante pues, si algo distingue al hombre civilizado es precisamente la sensibilidad política, es decir la conciencia de los lazos que existen entre el ciudadano y el Estado y entre este y la sociedad.

En últimas, la obra espiritual de toda civilización se ha centrado en aclarar y robustecer esa conciencia; un pueblo es más civilizado mientras mayor es el número de sus ciudadanos que poseen esa sensibilidad política, esa conciencia precisa de su actitud ante el Estado. Los partidos finalmente son variaciones del concepto colectivo de esa actitud.

La tarea debe ser enriquecer y dignificar el criterio de la política para que esta sea una actividad noble, alejada de toda violencia civil. Lograr que el ciudadano tenga una conciencia integral de su situación, de su responsabilidad tanto ante el Estado como ante la sociedad y con este, perfeccionar la idea democrática.

No puede desearse el advenimiento de una colectividad apolítica, inerte ante su suerte común; sería el regreso a la barbarie que se caracteriza por su indiferencia cívica”.

Que bueno sería poder acuñar este propósito y esta urgencia social. Pero pareciera que el día en que se logrará ver renacer la política como un ejercicio dignificante cada vez está más lejano.

Basta ver la imagen repugnante de tres gastados dirigentes, César Gaviria, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, reunidos cuadrando la elección del próximo contralor -el funcionario llamado a cerrarle las fauces a la galopante corrupción-, como remate final de la farsa que resultó ser la supuesta selección académica que costó millones y que terminó en un mecanismo tan manipulado, politiquero y amangualado como el del pasado.

La sensación de derrota es apabullante y toca ver cómo las palabras iluminadas de Luis Tejada se las lleva el viento.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla