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¿Qué se hizo la platica?

Con el gobierno Virgilio Barco, a finales de la década de los...

15 de enero de 2016 Por: María Elvira Bonilla

Con el gobierno Virgilio Barco, a finales de la década de los años 80, llegó a Colombia la ola privatizadora como parte del neoliberalismo que se impuso en el mundo. El acelerador lo hundió César Gaviria en los años 90 y desde entonces todos los gobiernos han caminado en la misma dirección hasta culminar con la venta de Isagén, un propósito en el que también se empeñaron Andrés Pastrana y Álvaro Uribe Vélez. Uribe, quien ahora salió a rasgarse las vestiduras por la venta de Isagén cuando él lo había intentado sin éxito, no tuvo consideración alguna a la hora de privatizar millonarios activos públicos que le pertenecían a los colombianos. En sus 8 años de gobierno obtuvo 13.7 billones de pesos con la venta de 48 entidades. Por Bancafé, el Estado recibió $2.2 billones de manos de Davivienda. Le entraron 900 mil millones de pesos por el 51% de Telecom. En el mismo año recibió 3.25 billones por Ecogas, vendida a la Empresa de Energía de Bogotá, a su vez controlada por la española Emgesa. Las electrificadoras de Santander, Norte de Santander y Cundinamarca se vendieron en el 2009 por 764 mil millones. Otros 5.7 billones de pesos recibió por 10% de las acciones de Ecopetrol. Pero Álvaro Uribe no solo vendió todo lo que pudo sino que se propuso continuar a fondo la tarea de desmontar el Estado. Con el argumento de búsqueda de eficiencia, el gobierno de Uribe modificó 93 organismos del Estado y liquidó varias decenas a unos costos altísimos. Cerró hospitales como Rafael Uribe Uribe, Policarpa Salvarrieta, Luis Carlos Galán Sarmiento, José Prudencio Padilla y la Caja Nacional de previsión. Y dizque para economizar recursos ordenó la liquidación de institutos como el IFI, Minercol, las electrificadoras de Córdoba, Guajira, Sucre, Atlántico, Cesar, Magdalena y Chocó. En el sector agropecuario liquidaron el Incora, el Inat, el Idema, el DRI, el Instituto Nacional de Pesca, cuyo resultado fue no solo un ahorro que está por verse sino una debilidad institucional que empieza a sentirse a la hora de proponerse la transformación del atrasado campo colombiano. El otro componente que ha acompañado la privatización es la internacionalización de la economía. Empresas privadas de capital nacional fueron vendidas a compañías extranjeras como ocurrió con el Banco Ganadero, ahora española; Cementos Diamante y Samper, mexicana; Cerromatoso, Suiza; Gas Natural, española; Proleche, italiana; Cerrejón, británica; Coltabanco, norteamericana; Avianca, brasilera; EE Bogotá, española; Tubos del Caribe, norteamericana; Bavaria, sudafricana; Telecom, española, Refinería de Cartagena, Suiza; Ola de Luxemburgo; Coltejer, mexicano; Almacenes Éxito, francesa. Los ingresos no fueron direccionados a la creación de nuevas empresas.  ¿Qué se hizo toda esta platica? No exactamente se refleja en un mejoramiento sustantivo de condiciones de vida del país y de los colombianos. Se han derrochado, malversado, alimentado la corrupción y degradado el sistema político contaminándolo cada vez más con la variable negocio, que está presente en la aspiración a cualquier cargo público. Finalmente quedamos con un país con una mayor concentración de riqueza entre unos pocos y una creciente desigualdad que cada día nos aleja más de un país amable para todos.