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¿Qué mueve el papa Francisco?

Surgen muchas preguntas a resolver del porqué de la movilización masiva para recibir al papa Francisco en un país cada vez menos practicante en términos de religión. Y especialmente de la Católica.

7 de septiembre de 2017 Por: María Elvira Bonilla

Surgen muchas preguntas a resolver del porqué de la movilización masiva para recibir al papa Francisco en un país cada vez menos practicante en términos de religión. Y especialmente de la Católica.

Fueron cientos de miles de personas las que se desplazaron a la Calle 26 de Bogotá a recibirlo, casi que solo para verlo pasar en un veloz Papamóvil. Desde las cinco de la mañana, desplazándose a pie, llegó la gente hasta el Parque Simón Bolívar a esperar doce horas una misa colectiva, una bendición. Lo mismo seguramente se repetirá en Villavicencio, Medellín y Cartagena. Su figura imponente por humilde, por humana, impacta. Trasciende lo religioso.

En medio de un mundo cada vez más entregado a lo inmediato, al éxito o al sueño material, al cómo yo voy y el yo voy primero y los demás que se frieguen, el Papa pareciera entrar a llenar ese vacío, en tanto que indiscutido líder moral en un mundo sumido en una gran crisis. Una necesidad y un mensaje que trasciende las fronteras de la religión y lo religioso para dirigirse a todas las personas sin distingo alguno, contactando lo humano que cada quién tiene vivo adentro.

El papa Francisco está reforzado por un grito angustiado de protesta contra la injusticia social, la discriminación, la negación de los derechos y del respeto al otro, al diferente, al más vulnerable. Grito que en tanto es un reclamo a la defensa de la vida en todas sus manifestaciones, que llama a asumir la responsabilidad de todos frente a “la casa común”, como él denomina la Tierra, el medio natural en el que se desarrolla la vida, hoy gravemente amenazada. Este es el tema central, la protección del medio ambiente, la dignificación de la vida en todas sus expresiones, de su encíclica Laudato si (Alabado sea).

Difícil encontrar una posición más contraria a la estupidez cósmica de Donald Trump. En contraria a la protección del medio ambiente así lo arrasen los huracanes y a la consideración con los seres humanos. Basta con comparar la relación del Papa con los niños y los jóvenes con la decisión inhumana y terrible que intenta imponer Trump a los hijos de inmigrantes ilegales, incluso con aquellos nacidos en tierra americana a quienes pretende literalmente sacar a las patadas, tirarlos de regreso a sus países de origen de donde salieron sus padres por el no futuro y la desesperanza, mientras el papa Francisco llama a acoger a los más débiles y vulnerables, a los refugiados y desterrados del mundo.

Tal vez el otro gran líder moral de nuestros tiempos y por las mismas razones es el uruguayo Pepe Mujica. A quien tenemos más cerca. Su postura y sus planteamientos trascienden las veleidades de la política, de la rapiña del poder y contacta también sentimientos humanos y valores perdidos.

La euforia papal expresa la necesidad de llenar vacíos y reencontrarse con ese reducto humano y solidario que todos tenemos, aunque a veces dormido.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla