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Manguala de poderes

Con la aprobación de la Ley que reforma la justicia quedó claro...

22 de junio de 2012 Por: María Elvira Bonilla

Con la aprobación de la Ley que reforma la justicia quedó claro que el Congreso de Colombia ni ve, ni oye ni entiende cuando se tratar de legislar en causa propia. Se amangualaron el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial y en un vulgar ejercicio de toma y dame sacaron adelante un adefesio de Reforma de la Justicia que no se sabe, además de los costos millonarios que le representa al bolsillo de los colombianos, para qué puede servir. Primaron las transacciones de intereses sobre el debate conceptual de fondo, hasta convertir el trámite en un triste espectáculo que confirma las razones del escepticismo generalizado que existe frente al manejo que se le da a la cosa pública, en donde el interés general queda arrasado por las prebendas sectoriales y particulares. Cada quien sacó un pedazo de la torta para que al final el pastel, que era la Reforma de la Justicia, quedó vuelta boronas. Los magistrados que representan la llamada majestad de la Justicia entraron vulgarmente en el juego para asegurar ampliar a 70 años, la edad de retiro forzoso y prorrogar cuatro años el período para quedarse atornillados 12 años. Los congresistas, que votaron como una aplanadora la reforma, con sólo 23 excepciones, consiguieron la doble instancia en los procesos penales contra ellos. Se blindaron para que procesos como el de la parapolítica que tiene a decenas de ellos en la cárcel no se repitan: sólo podrán ser detenidos una vez que las condenas estén en firme, con lo cual, dados los tiempos de la justicia, podrán concluir sus períodos. Y con la nueva ley, muy difícilmente podrán perder sus investiduras. Los congresistas pueden ahora, pase lo que pase, respirar en paz porque la impunidad los ronda. El Ejecutivo por su parte manejó la batuta y facilitó las componendas para sacar adelante su iniciativa a cualquier precio.La manguala de los tres poderes se confabuló como nunca y alrededor de un tema tan sensible como es la justicia cuyo comportamiento, equívoco e interesado en muchas ocasiones, no deja por el momento a nadie tranquilo. Frente a tal manguala de poder sólo quedan los medios de comunicación con su capacidad de vigilancia y la ciudadanía con su enorme potencial movilizador y de expresión colectiva para intentar impedir atropellos y confabulaciones con una clase política que actúa sin reparos a la hora de abogar por sus beneficios. El gobierno Santos ha sido partícipe de todo. No puede ahora pretender lavarse las manos como ha intentando hacer el Ministro de Justicia Juan Carlos Esguerra, porque la aplanadora de la coalición de la Unidad Nacional funcionó como un relojito. De los 268 congresistas 23 se apartaron de votar la reforma. Además de las bancadas disciplinadas del Polo y de los cristianos del Mira, sólo algunos parlamentarios contados con los dedos de la mano se opusieron. Por los Verdes Sudarsky y Ángela María Robledo; Juan Lozano, la cabeza de la U también se opuso junto a Miguel Gómez, Juan Carlos Vélez y Carlos Ferro; entre los liberales sólo fueron tres las voces disidentes -Juan Manuel Galán, Camilo Sánchez y Javier Álvarez-, mientras el Partido Conservador en pleno la votó completamente. Lamentable ejemplo han dado nuevamente los padres de la patria.