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Los ‘normales’

Diariamente se convive con personas que se denominan ‘normales’. Muchas ejercen cargos...

18 de febrero de 2011 Por: María Elvira Bonilla

Diariamente se convive con personas que se denominan ‘normales’. Muchas ejercen cargos de decisión y despliegan su poder en todo tipo de escenarios. Atropellan para avanzar, empujan para progresar, ambiciosos desafían obstáculos y algunos prescinden de la normas para sacar adelante sus propósitos. El libro que acaba de lanzar el psiquiatra Carlos Climent, Los tiranos del alma, revela que estos caracteres que se consideran ‘normales’ encierran complicadas patologías emocionales disfrazadas.El libro logra algo que no es fácil: combinar las historias de vida con las reflexiones académicas. El ejercicio clínico con la conceptualización reflexiva. Climent llega a sus conclusiones después de haberle medido el termómetro a la mente, la emocionalidad de los cientos de pacientes que han pasado por su consultorio. Los ha visto llorar, los ha visto sufrir, pero también sonreír y salir de sus sesiones llenos de fuerza y entusiasmo por la vida. De allí la potencia del libro. La tesis que desarrolla Climent en el libro es que los tiranos del alma son aquellas enfermedades ocultas, que se instalan y conviven camufladas. Esto explica muchas de los horrores de las noticias de prensa sobre comportamientos anómalos en los colegios, en las universidades, al interior de la vida doméstica en las relaciones de padres e hijos. Pero explica también muchas de las relaciones humanas que al final generan desilusión y frustración. Tiranos presentes que se le atraviesan a la posibilidad de realizar ideales y propósitos. Encontramos tantas personas que no logran hallar la ruta de desarrollo profesional o personal simplemente porque aparecen fantasmas y miedos sin explicaciones racionales. La explicación está en los tiranos del alma que permanecen agazapados.Climent le gasta varias páginas a describir a los distintos caracteres: al hipócrita, frío y calculador, incapaz de verse sus propias faltas, pero con habilidad para encontrarlas en los demás, que sabe acomodarse y cambiar en instantes la sonrisa por una cara agria en función de la persona que tenga al frente; grandes aduladores que se humillan frente a los poderosos. Va lejos. Tipifica la gente de la mentira, intolerantes con la crítica, aferrados a la imagen pública, capaces de sacrificar a quien se les atraviese en el camino con tal de lograr su imagen de perfección. Al arribista, decidido a progresar de manera rápida y sin escrúpulos, y a escalar socialmente para lograr reconocimiento, aturdido de la ambición de poder y dinero. Los malabaristas sociales y políticos, esclavos de patrones por imitar. Describe al desleal, al traidor, al conformista, al cobarde, en fin, la gama de caracteres que conviven socialmente y que cargan frustraciones y disfuncionalidades dañinas, pero que se perciben ‘normales’. Climent los desenmascara sin pudor con una agudeza temeraria que termina por trasmitir una zozobra que cuestiona el circo social en el que transcurre la vida humana. Su llamado finalmente es encarar y derrotar los tiranos, para que cada quien logre vivir en sus términos sin ataduras ni prejuicios, sin atropellar a nadie. Da unas claves, que resultan alarmantes, para que los ‘normales’ dejen de sentirse los dueños de la verdad.