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Lo que va de Claudia López a Duque

El discurso de posesión de la alcaldesa de Bogotá Claudia López en el parque Simón Bolívar, me llamó especialmente la atención en un punto: su capacidad de reconocer la nueva realidad de un país moviéndose.

9 de enero de 2020 Por: María Elvira Bonilla

El discurso de posesión de la alcaldesa de Bogotá Claudia López en el parque Simón Bolívar, me llamó especialmente la atención en un punto: su capacidad de reconocer la nueva realidad de un país moviéndose. Contrasta con la reacción del presidente Duque a las multitudinarias marchas al final del 2019, quien ha tomado el camino tan fácil como peligroso de intentar tapar el sol con las manos y minimizar los hechos.

Las declaraciones de su encargado para las negociaciones, el secretario general Diego Molano, reafirman la visión defensiva que tienen en la Casa de Nariño que se reduce a una cuantificación de los marchantes y compararlos con los votos que le dieron la presidencia. Gran miopía y torpeza política. Es no entender las marchas, diversas y creativas, en su mayoría pacíficas, como una expresión ciudadana que cualquier líder tiene la obligación de comprender, interpretar y transformar en acciones que le signifiquen a la sociedad una oportunidad para avanzar.

Retomo apartes del extenso discurso que leyó la alcaldesa, pertinentes para mostrar lo que va de Claudia López a Duque en este punto: “El gobierno que hoy empezamos es, por encima de todas las cosas, un gobierno de coalición ciudadana. Hoy llega la ciudadanía a la Alcaldía Mayor de Bogotá. Hoy no solo hacemos eco sino que somos parte de las mayorías ciudadanas que se han tomado las calles con las demandas y aspiraciones apenas elementales y plenamente legítimas de los jóvenes, de las mujeres, de los movimientos cívicos, de los grupos étnicos, de quienes reivindican la diversidad sexual y la igualdad no sólo ante la Ley sino ante la vida, de los movimientos ambientalistas y animalistas; de las cientos de miles de personas que han salido espontáneamente a las calles a expresarse al ritmo de las cacerolas, más allá de los partidos y caudillos políticos. Hoy llega al gobierno, esa ciudadanía.

Esta ciudad nos está hablando. Cada calle, cada plaza y cada parque habla, canta, se mueve para demandar la ciudad y el país que sueña y se merece la ciudadanía del Siglo XXI. (…) Una nueva generación ha salido a la calle a pedir a gritos que no los dejemos estancados en los mismos debates y protagonistas del pasado, que les soltemos esas amarras y les demos las oportunidades y capacidades para participar en la vida pública y política, en el desarrollo económico y sostenible que demanda el Siglo XXI. (…)Nuestra tarea será facilitar esta expresión y la canalización de esos sueños en realidades y oportunidades, con todas las garantías y, por supuesto, tomando atenta nota de las demandas de cambio que nos competen como gobierno y administración de la ciudad.

Soy plenamente consciente de que ese anhelo de cambio es continuo y le pertenece a la ciudadanía, no a los gobiernos. Soy plenamente consciente de que gané en una ciudad, y hoy, apenas unos meses después, me posesiono en otra, y que cada día tendré el desafío de saber interpretar a mi ciudad para gobernarla bien”.

La diferencia es abismal. Duque y su gobierno le apuestan torpemente al adormecimiento de la protesta por las vacaciones, pero la sorpresa será mayúscula con el despertar del 2020. Más les valdría no temerle a la ciudadanía sino encontrar en ésta una fuente de inspiración para dar un salto cualitativo hacia adelante y de paso sacudirse la parálisis y la bobada.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla