El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

La verdad, el mejor castigo

En medio de los debates sobre la Justicia Especial para la Paz, que es entendida, especialmente por los sectores uribistas y de Germán Vargas Lleras, como un escenario de venganzas y de retaliaciones, se les olvida que este componente fundamental del acuerdo de paz busca ante todo que se conozca la verdad.

12 de octubre de 2017 Por: María Elvira Bonilla

En medio de los debates sobre la Justicia Especial para la Paz, que es entendida, especialmente por los sectores uribistas y de Germán Vargas Lleras, como un escenario de venganzas y de retaliaciones, se les olvida que este componente fundamental del acuerdo de paz busca ante todo que se conozca la verdad. Quien confiese con sinceridad pude quitarse el pesado fardo que significa para cualquier ser humano haber cometido hechos indeseables, haber actuado mal, así sea en contextos específicos y forzado por las circunstancias. En fin, haber terminado atrapados en situaciones que ojalá nunca se hubieran dado. Todo esto se podrá aclarar. La violencia, el dolor y la muerte está llena de momentos oscuros, inexplicables e incluso misteriosos producto de la insondable condición humana.

Contar la verdad no sólo resulta liberador, sino que en términos punitivos puede conllevar a cumplir castigos en escenarios restaurativos, sin privación de libertad física, como ocurre en las cárceles convencionales. El mismo rasero se le aplicará a todos quienes hayan terminado atrapados por la miseria humana involucrados con cualquier bando. Porque si de algo estuvo lleno este conflicto fue de caminos enlodados, turbios y siniestros en el que terminaron implicados colombianos de todos los orígenes; sencillos o pudientes; ingenuos o perversos; inocentes o culpables. Todos, sin distingo, podrán en la JEP sacudirse del pasado tortuoso y mirar sin vergüenza, sin cuentas pendientes hacia delante.

Si alguien entendió el significado de la verdad después de haber estado en la cárcel y soportado tortura en la dictadura uruguaya fue ‘Pepe’ Mujica. “Nadie me tiene que pagar por lo que sufrí (como prisionero político por quince años), porque esas cosas no tienen moneda de canje. Las vive cada quien y cada quien deben responder por sus actos. Que cada cual sepa llevar las cargas en su mochila”. Y liberarse luego de ellas.
Pero no es solamente la verdad en el escenario de la Justicia individual, sino el horizonte general de la paz. La paz depende de “que la gente diga la verdad... pues es imposible abrazarla, sino se conoce la verdad”, dice Mujica. Ese es el fundamento de la reconciliación a la vez que la mejor y única forma de castigo social y humano, para quienes delinquieron en la guerra. Considera que en esta perspectiva de verdad y de reconciliación entre seres humanos, la verdad tiene un significado mucho más potente que la justicia vengativa; “mucho más importante que todo lo demás, porque es su futuro, es su porvenir”.

La paz es un gran esfuerzo de transformación, de desarme de los espíritus para lograr un mínimo de confianza y respeto en una sociedad convertida en campo de batalla de odios y rencores. El contrario, el enemigo también tiene rasgos de humanidad y razones y derechos. Es irreal e irracional pretender dividirnos entre buenos y malos en un maniqueísmo primitivo que no respeta fronteras políticas, sociales, ideológicas, de género, ni de regiones, y que se siente con mucha más fuerza en las cercanías de los centros urbanos de poder que donde se ha vivido la guerra.

La JEP abre el camino hacia la verdad y la verdad es también un castigo.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla