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La Historia regresa al aula

El pecado lo cargan el expresidente César Gaviria y su ministra de Educación, Maruja Pachón de Galán, cuando con la Ley Superior de la Educación en 1994 quedó suprimida del aula de clase la asignatura obligatoria de Historia.

5 de octubre de 2017 Por: María Elvira Bonilla

El pecado lo cargan el expresidente César Gaviria y su ministra de Educación, Maruja Pachón de Galán, cuando con la Ley Superior de la Educación en 1994 quedó suprimida del aula de clase la asignatura obligatoria de Historia. Quedó por fuera del pénsum, sustituida de manera vaga y nebulosa por las Ciencias Sociales, un paquete de materias que incluye la Geografía y la Democracia.

Basta interactuar con los millennials para confirmar lo equivocada de la decisión del gobierno Gaviria. Son 23 años, una generación completa de no haber recibido lecciones de Historia, ni del mundo ni de Colombia, y con ello la inconsciencia absoluta de entender el individuo como parte de un proceso social, con un pasado, un presente y un futuro.

Se vive hoy y en ello los millennials son campeones, en el reino del aquí y el ahora. Una posición absolutamente compatible con las expresiones de ese liberalismo hiper individualista que manda en el mundo y que es el fundamento de la famosa globalización de la cual en Colombia el ‘gavirismo’ le hundió el acelerador. Una visión que termina borrando identidades, características nacionales con sus fortalezas y debilidades, en lo productivo y en lo cultural, homologando sectores sociales desconociendo diferencias y contradicciones para estandarizar a los individuos en un escenario único y universal de consumidores regidos por el mercado.

El conocimiento histórico no es un ejercicio de erudición o de recitación memorística de fechas y eventos, ni la descripción de la semblanza de los héroes y los personajes excepcionales. Es un ejercicio indispensable para comprender el presente tanto como el camino, a veces tortuoso que ha recorrido la humanidad a lo largo de los siglos, y que permite avizorar futuro.

Y ni que decir de la importancia de la reflexión histórica en un país como Colombia, enfrentado a la tarea de replantear un recorrido doloroso que desembocó en la tragedia del conflicto que ha marcado nuestro presente. No es gratuito que frente a la urgencia de superar la dinámica del conflicto en la que hemos estado atrapados, la reflexión histórica tenga un peso. De allí la creación del Centro de Memoria Histórica. Incluso para la aplicación de la Justicia Transicional será fundamenta apelar a los contextos en el que han sucedido los hechos violentos para poder juzgar responsabilidades individuales. Una tarea crucial en la que los miembros de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición, en proceso de conformación, tendrá un peso fundamental.

La senadora Vivianne Morales del Partido Liberal radicó una ley que acaba de ser aprobada y que vuelve la cátedra de Historia una asignatura obligatoria. Los objetivos que planteó resultaron convincentes. Se busca contribuir a la formación de una identidad nacional que reconozca la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana; desarrollar el pensamiento crítico a través de la comprensión de los procesos históricos y sociales de nuestro país, en el contexto americano y mundial y promover la formación de una memoria histórica que contribuya a la reconciliación y la paz en nuestro país.

Será la Ley 166 de 2016 con la cual se logrará enmendar un grave error y contribuir, tal vez a actuar con mejor juicio a la hora de decidir sobre el presente.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla