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La fuga del Fiscal

La súbita y veloz renuncia de Néstor Humberto Martínez a sus responsabilidades como Fiscal hace recordar la célebre frase de Nietzsche: hay quienes enturbian las aguas para parecer profundos.

16 de mayo de 2019 Por: María Elvira Bonilla

La súbita y veloz renuncia de Néstor Humberto Martínez a sus responsabilidades como Fiscal hace recordar la célebre frase de Nietzsche: hay quienes enturbian las aguas para parecer profundos. Con su carta intentó armar una polvareda y revestir de institucionalidad e incluso de crisis institucional, una decisión de corte absolutamente personal.

Con la habilidad de un curtido litigante, recursivo a la hora de utilizar las herramientas de las que dispone para defenderse o atacar, Martínez aprovechó la polémica actuación de la Jurisdicción Especial de Paz -justicia transicional creada en el marco de las negociaciones de paz y que tendrá una vigencia de diez años para juzgar delitos cometidos en el marco del conflicto armado-, en torno al caso ‘Santrich’ para dar un golpe de mano. Le apostó a la impopularidad de la decisión para buscar un eco entre la gente que le ha resultado esquivo en los casi tres años de gestión en la que le han llovido los cuestionamientos enturbiando innegables resultados positivos.

Pero la gente no es boba. Y es imposible no ver en su precipitada movida un habilidoso recurso para evitar salir salpicado de mala manera. Lo persigue la sombra de Leonidas Bustos quien fungió como jefe de debate suyo para lograr su propósito y ahora está señalado de ser el tambor mayor del cartel de la toga. Salió del cargo con una vulgar fortuna que no tiene otra explicación que la corrupción de la Justicia, es decir, el tráfico de favores en la que debía ser la más impoluta de las tres ramas del poder.

No se entiende porque el Fiscal se insubordinó frente a una decisión judicial que debía primero acatar y luego apelar, dando ahí si ejemplo de respeto institucional entre los poderes. Escogió un camino extraño pero calculado: el del portazo. Una movida aparatosa encubierta por bullosas declaraciones radiales y con un gota a gota informativo que no hace otra cosa que producir más confusión. Sin duda, un fiscal con rabo de paja al que la candela se le estaba acercando.

Néstor Humberto Martínez no la tenía fácil en la Corte Suprema de Justicia, su juez natural, y él lo sabía. El próximo martes 23 de mayo la entidad rectora de la Justicia lo tenía citado a una sesión extraordinaria precisamente para abordar el tema de los impedimentos del Fiscal en el caso Odebrecht y la Ruta del sol que tiene enredadas a Corficolombiana y al Grupo Aval, controladas mayoritariamente por Luis Carlos Sarmiento Angulo, uno de sus principales clientes en su oficina de abogados. Un sector mayoritario de magistrados de la Corte sostiene la tesis que el Fiscal no solo debía haberse declarado impedido desde un comienzo en todo este affaire pero además le iban a cobrar un pecado que carga: el no haberles informado de su vinculación profesional con las empresas de Sarmiento en la entrevista previa a su nominación.

Posición que les daría la razón a los duros detractores de Martínez con el senador Jorge Enrique Robledo a la cabeza. Si bien el Fiscal sobrevivió al debate de control político por el caso Odebrecht, quedó herido en un ala y la nueva realidad de la Corte lo habría dejado expuesto y vulnerable. Martínez reaccionó rápido y aplicó una formula conocida: la de la fuga hacia adelante, que puede haberlo sacado del lodo inmediato pero no a largo plazo.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla