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La Bienal de danza, Cali florece

No se pude negar. Cali florece. Un cambio de estado de ánimo, de mood que se hizo evidente una vez más con la III Bienal de danza que concluyó el fin de semana

9 de noviembre de 2017 Por: María Elvira Bonilla

No se pude negar. Cali florece. Un cambio de estado de ánimo, de mood que se hizo evidente una vez más con la III Bienal de danza que concluyó el fin de semana. Escenarios llenos aplaudiendo de pie unos espectáculos que lograron tocar fibras, mover emociones. Algunos creados por culturas lejanas pero tan refinadas y estéticas como la japonesa con su grupo Sankai Yuku o la coreana con su Korea National Contemporary dance y otros más cercanos y próximos como el grupo Wangari con Labranzas del amanecer dirigido por Yndira Perea y música de Río de Tambores liderado por Feliciano Blandón, y el Colegio del Cuerpo en cabeza de Álvaro Restrepo con su obra Negra/Anger; ambos remiten a las raíces africanas cuyo eco permanece vivo y sonoro en el mundo todo.

Con su persistencia de veinte años, Restrepo de la mano de Marie France Delieuvin ha logrado arrancarle a la muerte criminal con todas sus formas de violencia, a la pobreza, la degradación, la indignidad y hasta el aturdidor reguetón, puñados de muchachos que han encontrado en la danza un medio de resistencia y de transformación personal y colectiva. En el homenaje que en su último montaje Negra/Anger le hace a una grande, la pianista norteamericana Nina Simone, el Colegio del cuerpo se creció en el auditorio de La Tertulia -un lugar por lo demás excepcional- con un montaje coreográfico que permanecerá intacto en la memoria de las miles de personas que pudimos disfrutarlo.

Con la masiva respuesta en la Bienal de danza 'Otros mundos y otras danzas' se confirma que el baile y la música están en el ADN de los caleños. Ese fue precisamente uno de los argumentos de Amparo Sinisterra de Carvajal y la ministra de Cultura Mariana Garcés para que, con el apoyo del entonces alcalde Rodrigo Guerrero, pudiera nacer contra viento y marea esta Bienal. Les llovieron entonces voraces críticas que felizmente los hechos se han encargado de derrotar reafirmando la fuerza y el peso que tiene el baile, no solo la Salsa, en Cali. Una ciudad además con múltiples y sorprendentes escenarios como los recuperados Teatro Calima y Bolívar, que además de alimentar la nostalgia setentera son los propios para estos espectáculos y ni qué decir del Bulevar del Río, un espacio urbano único que resultó del túnel de la Avenida Colombia en el que se empeñó el alcalde Jorge Iván Ospina, y del que se ha apropiado la gente como un lugar de encuentro y de grato deambular a la orilla del río en el corazón de Cali. Antes de esta III Bienal allí había estado la Feria internacional del libro y esta semana empieza el turno para el también internacional Festival de cine.

La cultura es un reflejo de las aguas subterráneas que se mueven en la sociedad, en lo positivo y en lo negativo. Los florecimientos nunca son milagrosos, ni suceden de la noche a la mañana, son producto de procesos, generalmente de largo aliento. De allí que me atrevo a firmar que aquello que se empieza a vivir en Cali es el fruto de la siembra de los últimos tres alcaldes: Jorge Iván Ospina, Rodrigo Guerrero y Maurice Armitage, que a pesar de sus diferencias han tenido un foco común: la ciudad. Y esto podría significar un punto de quiebre, una inflexión promisoria, ojalá irreversible, capaz de impulsar saltos cualitativos hacia adelante.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla