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El odio a los impuestos

No conozco a nadie que no proteste a la hora de pagar...

28 de octubre de 2016 Por: María Elvira Bonilla

No conozco a nadie que no proteste a la hora de pagar impuestos. Por una razón sencilla: porque éstos no se ven. Se sabe que los recursos públicos son malgastados, que las obras casi siempre quedan mal hechas y la trampa y el engaño rodean las decisiones de quienes definen el uso de los dineros recaudados. En fin, que la corrupción succiona cada peso que entra a las arcas vía los contribuyentes.Esta percepción con base cierta la acentúa la lectura de la última columna de Ariel Ávila en la revista Semana. El escenario de la Guajira que el analista pinta al detalle retrata la abrumadora robadera; los rodos de recursos en mano de los corruptos que ha dejado una estela inverosímil de miles de niños muertos de hambre y evidencias de aprovechamiento privado de los recursos públicos. Es la elite política local la que ha desplumado el departamento con el beneplácito y la complicidad del Gobierno Nacional, de allí el llamado de Ávila a frenar desde Bogotá el desmadre y bloquear las elecciones. El caso de la Guajira resulta un eficaz multiplicador de los argumentos que alimentan la rabia que ronda la actual reforma tributaria que esta vez afectará gente con menores ingresos y que con el aumento del IVA tocará el bolsillo de todos.Los ejemplos que da Ariel Ávila abruman. Al municipio de Uribia donde más niños han muerto, le han entrado en ocho años $1 billon en regalías y todo ha ido a dar al sifón. Los ingresos por regalías de los cinco municipios más prósperos del departamento son los mismos donde es mayor la pobreza sin que haya habido un mejoramiento en la calidad de la vida de la población; algo que resulta un verdadero contra sentido. Una conjunción de mafias y política es la que ha gobernado y se entronizará de nuevo con el gobernador que llegará en las elecciones atípicas el próximo 6 de noviembre porque en el tablero están las mismas fichas movidas por los mismos que están en la cárcel o ad portas de llegar a ésta. “Dos mafias o grupos criminales se disputarán el poder”-dice Ariel Ávila. Por un lado la casa política de Kiko Gómez, el gobernador electo en 2011 quien fue destituido y se encuentra preso por acusaciones de homicidios y corrupción, y de la exgobernadora Oneida Pinto, quien fue destituida hace algunas semanas por una inhabilidad al momento de presentarse como candidata en 2015. Ellos apoyan a Norberto ‘Tico’ Gómez, quien es el favorito y está avalado por Opción Ciudadana.La otra casa política o mafia es la que gobernó al departamento en la época que dominaron las AUC al mando de Jorge 40. Una facción conservadora liderada por Jorge Pérez Bernier creó el movimiento Nueva Fuerza Guajira con el apoyo del clan De Luque y este el grupo detrás de la candidatura del candidato Wilmer González. Pase lo que pase el cuadro es negro.Alguna vez un alcalde me dijo, si se administra bien y no se la roban, la plata alcanza. La conclusión es simple: antes que aumentar impuestos se debería pensar en depurar la política y las estructuras del poder para perseguir a los corruptos y no alcahuetearlos para asegurar efímeras gobernabilidades. Seguro que ahí sí, no daría tanta rabia pagar impuestos.Sigue en Twitter @elvira_bonilla