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El Obispo que tenía razón

Le llovieron rayos y centellas a monseñor Darío Monsalve, cuando en vísperas...

21 de octubre de 2016 Por: María Elvira Bonilla

Le llovieron rayos y centellas a monseñor Darío Monsalve, cuando en vísperas del Plebiscito se atrevió a afirmar: “Todo ciudadano honesto dará su voto por el Sí (…) porque la paz es el bien superior de una sociedad”. Asumía frontalmente su rol como pastor y líder, su responsabilidad como orientador de los católicos creyentes. Como lo hace el papa Francisco sin remilgo ni pudor, con la claridad de un líder que considera que el individuo no puede aislarse de la sociedad y que el ejercicio de la participación política entendida como la lucha para lograr que el bien general impere sobre el egoísmo personal, debe estimularse antes que satanizarse e integrarse a la vida de la gente. El de monseñor Monsalve era un llamado a votar, sin ambages, por el plebiscito para que el Acuerdo de paz fuera una realidad pronta.Su postura pública suscitó cónclave de obispos. Allí en la Conferencia Episcopal colombiana, como en toda organización, se dan tendencias enfrentadas y posiciones diversas, unas sinceras y otras hipócritas. Esta vez se impusieron las fuerzas más conservadoras y neutralizaron la propuesta implícita en la afirmación de Monseñor que llamaban a participar activamente y a apoyar como comunidad desde la las iglesia los acuerdos de La Habana. Para alguien como él, comprometido en la búsqueda de la paz como un propósito de vida, no era el momento para aguas tibias ni pasividad. Monseñor Monsalve fue derrotado y los altos prelados católicos dejaron en libertad a los feligreses para que actuaran individualmente. No orientaron. En cambio las llamadas iglesias cristianas -en su mayoría protestantes- y cada vez más influyentes y prósperas a punta de diezmos, no perdieron tiempo, dieron un paso adelante y salieron con un activismo febril e ideologizado a impulsar el voto por el No. Desinformaron para convencer, estigmatizaron, señalaron, había que ver los discursos desaforados en los pequeños centros de oración a lo largo y ancho de Colombia, hasta conseguir los resultados ya conocidos.El obispo, disciplinado, se hizo a un lado. Prefirió guardar silencio y refugiarse en su sencilla casa de Meléndez y seguir trabajando con la gente del común, como es su vocación. Se perdió el Plebiscito pero quedó la enseñanza: “Nunca estuve de acuerdo con la neutralidad (…)”, dice en una nueva entrevista en El País, ahora ya libre de ataduras. “Creo que darle un Sí a este proceso duro, difícil, para salir de esta violencia, era darle un Sí a las víctimas, al futuro del país; era darle un Sí a salir de esa corrupción que se mueve en torno a la guerra; lo elemental en términos de compromiso cristiano. Era un Sí respaldado también en la Constitución, al deber y derecho de obligatorio cumplimiento sobre la paz”. Monseñor Monsalve es un incomprendido entre muchos sectores de la sociedad caleña que lo critican y lo tildan incluso de comunista. Suena increíble en estos tiempos. Pero el sigue ahí firme, independiente, actuando sin complacencias, afín como ningún otro a la línea que traza el papa Francisco desde Roma. Su labor es discreta y va al fondo como las contribuciones que durante años viene haciendo para lograr que finalmente arranque en firme la negociación con el ELN como ocurrirá la semana entrante en Quito. Él es sin duda uno de esos ejemplos que constatan que abrir camino, cuesta.Sigue en Twitter @elvira_bonilla